martes, 22 de diciembre de 2015

La joya de la despensa española

por Caius Apicius

El jamón, según el Diccionario, de la pata trasera del cerdo, curada o cocida entera. Quiere esto decir que hay jamones en todos los lugares del mundo en los que se crían marranos; pero, como ocurre con todo en esta vida, hay jamones y jamones.
España es un país que adora el jamón curado. Motivos no les faltan a los españoles: el jamón, concretamente el procedente de cerdos de la raza ibérica alimentados básicamente de bellotas, el llamado jamón ibérico de bellota, es una de las joyas de la despensa española. Es muy raro que quienes visitan España no acaben enamorados de esos jamones.
El máximo exponente de ese jamón es el que se elabora con patas de puerco que ha vivido los meses anteriores a su sacrificio en el campo, en una dehesa rica en quercíneas (roble, alcornoque y, sobre todo, encina), de cuya dieta las bellotas son la parte más significativa.
Una vez sacrificado el animal, y separados sus perniles, estos, perfilados con el clásico corte en V, perfectamente desangrados y puestos a orear, empiezan su proceso de curación, que durará 18 ó 20 meses al menos.
Lo primero es salar. Para ello se apilan entre capas de sal marina. En Guijuelo (Salamanca), uno de los orígenes más prestigiosos, estarán en la sal un día por cada kilo de peso. Luego irán a cámara frigorífica, donde estarán a una temperatura de 6 a 8 grados durante 30 ó 40 días, en el llamado asentamiento o posalado, que eliminará la humedad superficial.
Y de ahí a los secaderos naturales. Suelen ser naves cerradas, en planta alta, con ventanas a todos los vientos. Ahí comienza la fusión de sus grasas, exteriores e intramusculares. Todos los días se abrirán, entornarán o cerrarán las correspondientes ventanas, de dónde sople el viento, llueva, nieve o haga sol.
Según avanza la primavera y llega el verano, el chorreo de grasa es mayor. Esa exudación acentuará la fragancia de los jamones, que, tras al menos seis meses en las naves altas, pasarán a bodegas, en plantas inferiores, en penumbra, a una temperatura de 8 a 10 grados. Y dos veranos después de su entrada en los secaderos, es decir, 18 ó 20 meses de proceso, están listos para degustar. Como ven, hay muchas similitudes entre la crianza de un jamón ibérico y la del vino.
La mejor manera de disfrutar de uno de estos jamones es cortarlos en láminas muy finas, con un cuchillo especial, llamado precisamente jamonero. Una vez distribuidas las "virutas" de jamón en el plato, viene bien dejarlo así un rato para que sus grasas comiencen a fundirse, a "llorar".
A partir de ahí... La ortodoxia recomienda acompañarlo con un buen pan y, naturalmente, con un vino adecuado. Si están ustedes en Andalucía, lo más habitual será que le den un platito con 'picos', diminutos panecillos crujientes, y beban manzanilla de Sanlúcar de Barrameda. Pero vale un pan artesano y honrado, y un buen vino. No necesita más adornos.
Además de los jamones de cerdo ibérico, normalmente llamado 'cerdo negro', en España se producen muy buenos jamones de cerdo blanco: es el llamado jamón serrano, perfecto para tomar en bocadillo, cortado en lonchas finas y amplias, a máquina.
Si viajan a España, recuerden que por 'jamón' entendemos esos perniles. Al jamón cocido se le suele llamar jamón de York, aunque casi nunca proceda de esa norteña ciudad inglesa. Luego hay cosas muy ricas, como el jamón asado (sin curar) de Galicia. Pero cuando hablamos de jamón nos referimos al producto elaborado como se ha descrito más arriba.
Todos los países del mundo presumen, con mayor o menor fundamento, de sus productos propios; pero les garantizo que, en el caso de los jamones españoles de bellota, hay motivos más que suficientes para estar orgullosos: es un producto único. No se lo pierdan, si tienen ocasión.

EFE.
Foto: Siempre Jamón.

lunes, 7 de diciembre de 2015

El placer de un buen helado

por Caius Apicius

Aunque haya muchas personas, entre las que me cuento, que disfrutamos de ellos en cualquier estación, la verdad es que los helados se consideran una golosina veraniega; menos mal que muchos cocineros los ofrecen todo el año como cierre de un menú.
Yo soy muy aficionado a los helados, especialmente a los dos sabores más tradicionales, es decir, vainilla (o el llamado mantecado, que ahora veremos) y chocolate... sin despreciar fresa, tutti frutti, turrón, leche merengada, qué sé yo.
Bueno, la venta de helados ha pasado por varias etapas en el curso de mi vida. Recuerdo los humildes carritos del helado de mi niñez, que ofrecían un producto cuya mayor cualidad era que estaban fríos y dulces.
Luego estaban los elegantes salones de heladería, en los que uno podía adquirir un cucurucho de barquillo con su sabor preferido y llevárselo para consumir por la calle, podía comprar helado para llevar a casa o podía sentarse en un velador o una terraza para disfrutar de las especialidades de la casa. Los había incluso elegantes.
Más tarde vinieron los helados industriales, nacionales al principio y ahora de conocidas multinacionales. No diré yo que no estén buenos, que generalmente lo están; sí que, si se toman la molestia de leer la etiqueta, se encontrarán con una serie de ingredientes ignotos consistentes en una letra y varios números. Yo tengo un librito estupendo, "Léxico científico gastronómico" que me desvela sus identidades, pero no anida en demasiados hogares.
Queda la manera más artesanal y divertida de disfrutar de los helados: hacérselos uno mismo en casa. Ni siquiera le hará falta la típica sorbetera, aunque no está de más. Y esos helados pueden ir desde lo más sencillo a lo más enrevesado.
Empecemos por estos últimos: no hay más que preparar la mezcla y sumergirla bruscamente en un recipiente que contenga nitrógeno líquido, a unos 196 grados centígrados bajo cero. La mezcla se congela en décimas de segundo, y tiene la ventaja de que, por la rapidez del procedimiento, no se produce cristalización. Pero a ver quién tiene nitrógeno líquido en casa.
Lo más fácil: seguir las instrucciones de la máquina de helados. No tienen por qué salirle mal sus helados caseros.
Ah, que ustedes no tienen sorbetera: no pasa nada. Si quieren hacer un buen helado de frutas, háganse con buena materia prima. Trocéenla y congélenla. Pónganla en el robot con un yogur natural o con unas buenas natillas, trituren y listo.
Helados caseros... Aquellas heladerías de mi infancia solían llamarse "La Italiana", y en muchos casos, en efecto, el propietario o, al menos, el fundador, procedía de Italia. En España tenían también prestigio los helados de una localidad alicantina llamada Ibi, de ahí que también hubiera bastantes heladerías que se rotulaban "La Ibense".
Hablábamos del helado básico, del mantecado. He repescado para ustedes una receta de 1905. Lo que no sé es por qué su autor la llama "mantecado". Juzguen: "tomad doce yemas de huevo batidas en un cuartillo (medio litro) de leche, doce cucharadas de azúcar, un punto de canela y dos o tres recortes de corteza de limón. Poned la mezcla al fuego y agitadla constantemente hasta que espese. Echad la crema en una fuente hasta que enfríe y, una vez fría, heladla". Por entonces se supone que había pocas posibilidades de elegir el sistema para esto último: la clásica heladera con paredes externas de corcho, espacio para la sal... un lío.
Al otro lado del Atlántico, y sobre todo en el hemisferio Sur, están ustedes en tiempo de helados, mientras acá nieva y tiritamos. Pero ni así, ni a cero grados, renuncio yo a darme el gusto de saborear un buen helado. ¿Por qué iba a hacerlo?.

EFE.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Un Brasil redescubierto sobre vías: la magia del turismo de trenes

Atravesar una montaña cubierta de bosque, apreciar paisajes rurales que recuerdan el origen de Brasil o escuchar el silbido de una locomotora anunciando su llegada a una estación son alternativas posibles en las 34 líneas de ferrocarriles turísticos que operan en Brasil.
Es el llamado "turismo de trenes", una apuesta que ya cuenta con más de treinta convoyes por todo el país y tres millones de pasajeros al año, un número que busca incrementar todavía más entre el público familiar.
El viaje en el "Maria Fumaça", que enlaza dos ciudades del estado de San Pablo, Campinas y Jaguariúna, arranca con un acordeón, un "surdo" (un tipo de tambor tradicional de Brasil) y una matraca de banda sonora, que la banda Nostalgia Musical toca de forma voluntaria mientras un grupo de señoras y de niños bailan junto a ellos al son de un "xote" brasileño.
El trayecto dura alrededor de una hora y media, prácticamente el mismo tiempo que la ruta del "Tren de las Aguas", en el pequeño municipio de Sao Lourenço del estado de Minas Gerais, donde estos paseos en tren se han convertido ya en un atractivo turístico e histórico.
Los pasajeros que escogen esta casi centenaria locomotora viajan en un vagón inglés de 1926 que parte en dirección al municipio Soledade de Minas, bordeando las orillas del Río Verde.
Este antiguo ferrocarril fue proyectado y construido en Inglaterra 115 años atrás y fue utilizado por el emperador brasileño Pedro II, quien iba en busca del ameno clima minero y de las saludables aguas minerales de la región, que acabaron dando nombre al convoy.
"Mi vida es el tren, pero lástima que no se incentive más este tipo de transporte como alternativa turística y cultural en Brasil, porque así la gente se preocuparía por la preservación de la historia", afirmó a EFE Joel da Silva, fogonero de la locomotora.
Para potenciar la dimensión turística del transporte ferroviario en Brasil, el Servicio de Apoyo a las Micro y Pequeñas Empresas (Sebrae) puso en marcha en 2002, junto a la Asociación Brasileña de Operadoras de Trenes Turísticos y Culturales (Abottc), el proyecto "Tren es Turismo".
Y es que, según el analista del Sebrae, Geraldo da Costa, el país tropical, conocido internacionalmente por sus destinos de "sol y playa", tiene capacidad para doblar el número de este tipo de convoyes y triplicar la cantidad de usuarios en diez años.
Para conseguirlo, esta iniciativa cuenta todavía con otra propuesta: subir a bordo del único tren de lujo de Brasil, el Litorina.
La estación de embarque se encuentra en Curitiba, la capital del estado de Paraná y la puerta de entrada para conocer la Serra do Mar, una cadena montañosa que se extiende por el litoral sur del país.
Al dejar atrás la sierra, el camino llega hasta la localidad de Morretes, conocida por sus plantaciones bananeras y su famosa receta para cocinar un "barreado".
"Mi esposa y yo ya hemos hecho varios paseos en tren por Italia y Alaska, y el Litorina no les tiene nada que envidiar", relató a EFE Gilberto Tassinari, de 71 años, que aprovechó el final de semana para alejarse de la ciudad.
Con dos vagones llamados Foz y Copacabana y una decoración que transporta hasta los años 20 y 30, el tren se inspira en la época de oro de las líneas de ferrocarril brasileñas.
Incluso hoy, los paseos en tren consiguen preservar el encanto de antaño, con sillas acolchadas, adornos de hierro y lámparas de araña de estilo europeo, que proporcionan un viaje en el tiempo a través de la historia de los municipios brasileños, escondidos entre las rutas rurales y urbanas.
El horario y el precio de los billetes varía en función del itinerario y de las distancias pero, reservados con antelación, hay opciones para todos los bolsillos.

Isadora Camargo - EFE.

lunes, 23 de noviembre de 2015

El Celler de Can Roca o cómo condensar en una mesa la migración culinaria

por Concepción M. Moreno

Igual que no se concebiría hoy la cocina española sin la patata o el tomate americanos, pocos menús argentinos renuncian a la pasta asociada a Italia y cuyo origen podría estar en China.
Durante siglos, la gastronomía, como las demás facetas humanas, se ha condicionado también por procesos migratorios, por los pasos dados por las civilizaciones en pos de un poder territorial, económico, cultural o religioso.
"La cocina es la humanidad". De esta manera tan rotunda resume el chef Joan Roca, el mayor de los tres hermanos propietarios de El Celler de Can Roca, mejor restaurante del mundo en 2013 y 2015, tanto la fusión de productos, especialidades y técnicas servida en sus mesas como la mezcla de nacionalidades (15) que hay actualmente entre sus empleados.
Quizá por esa vocación universal de su cocina que parte de raíces elementales -las que vinculan a Joan, Josep (sommelier) y Jordi (repostero) con el restaurante de menús Can Roca, que sus padres aún regentan a pocos metros del afamado Celler-, los primeros aperitivos de su carta sean "Comerse el mundo" (5 canapés inspirados en otros tantos países y presentados bajo un globo terráqueo) y "Memoria de un bar en las afueras de Girona" (en el que una foto en blanco y negro de los niños Roca acompaña a una reinterpretación de las tapas tradicionales de sus progenitores).
Curiosos y perseverantes trabajadores, estos "chicos de barrio", como se definen, afrontarán en 2016 no solo el trigésimo aniversario de la apertura de su restaurante sino la tercera gira gastronómica que, bajo el auspicio de BBVA, les permite exhibir su cocina experimental en varios países, así como llenar sus alforjas de nuevos conocimientos.
Durante un encuentro con un grupo de medios -entre ellos, EFE-, Joan y Jordi (Josep se encuentra, precisamente, ultimando detalles de la gira que sucederá a la que hicieron por siete países entre 2014 y 2015) explican, como ejemplo de ese aprendizaje, que un arquitecto argentino está construyendo en El Celler un horno (de barro) abovedado para preparar carnes al estilo del país sudamericano.
"Cuando viajamos, lo que nos interesa son técnicas, combinatorias, conceptos, maneras de cocinar. No nos vamos a traer el cordero patagónico, aquí los hay muy buenos; vamos a cocinar con vuestra técnica. En Turquía, por ejemplo, descubrimos formas de aliñar, conservar... Se trata de compartir. Cuando vamos a esos lugares intentamos poner en práctica esa idea de la responsabilidad social que llevamos en el ADN; lo de estar en un barrio hace que lo tengas muy sensible", comenta Joan.
Y, como parte de esa implicación, El Celler forma durante cuatro meses a dos becados por cada país visitado en la gira, aunque los hermanos Roca afirman que el trayecto es de ida y vuelta, ya que también absorben conocimientos de esos chicos, como la forma de mejorar sus ceviches o de elaborar moles, que aprendieron de alumnos peruanos y mexicanos, respectivamente.
Una de las bases de la cocina de este restaurante "tres estrellas Michelín" desde 2009 es la sostenibilidad, que pasa por usar producto de proximidad y, como resume Joan, "aplicar sentido común a la alimentación".
"Quizá los cocineros somos los más sensibles a los recursos que tiene este planeta, sabemos que no son infinitos, que tenemos que cuidarlos, cocinamos para nuestros clientes pero asumimos la responsabilidad de que la gente observa lo que hacemos, lo que cocinamos, lo que decimos", agrega.
El equipo de El Celler trabaja en gestión emocional ("coaching") desde hace dos años con la psicóloga Inma Puig, muy reconocida por su labor en el F.C. Barcelona, y, como confiesa Jordi, "de manera sutil ves que el engranaje es diferente", pues mejora el ambiente entre los distintos grupos que integran el restaurante.
También la buena relación fraternal permite que Josep pueda tener la bodega "más insensata del mundo mundial", integrada por 60.000 botellas de 3.500 referencias diversas, que lleva alimentando desde hace más de 20 años y que es "una burrada a nivel empresarial", bromea Jordi.
Fruto del inconformismo que abanderan, su proyecto más inmediato es un "tocaplatos", que pueda "leer los colores que hay en un plato para reproducirlos como nota musical", explica el repostero, que trabaja en esta futurista idea con Neil Harbisson, reconocido desde 2004 por Reino Unido primer cíborg del mundo.
A partir de una deficiencia visual, que le impide la distinción cromática, este artista creó una escala musical para identificar los colores y se instaló una antena en la cabeza que le permite "oír los colores" en una "sinestesia provocada", dice Jordi, quien adelanta que el artefacto que permitiría esa traslación cromático-musical del plato al cliente podría acompañar sus postres desde enero de 2016.
La receta de la "escudella i carn d'olla (cocido catalán)" de su madre figura en una pizarra de la cocina porque, según Joan, es insuperable. "Si no lo podemos mejorar, lo hacemos tal cual", concluye. Después de tantas vueltas al mundo, la migración culinaria también sucede sin salir de la misma calle.

EFE.
Foto: Cellercanroca.com

lunes, 9 de noviembre de 2015

Un libro recupera la mejor de la cocteleria desde un enfoque porteño

El libro "Cocteles. Recetas e historias del Bar de Buenos Aires", de Julián Díaz y Flor Capella desde la trastienda de un bar argentino de muy alta calidad, nos revela la historia de un oficio cuya prehistoria se ubica en las pulperías, tuvo una época de oro en el siglo XX y ha resurgido en estos tiempos con nuevos bríos, el respeto a lo autóctono y la mixtura de otros sabores.
Una casa antigua, que lleva como identificación el número 878, en pleno barrio de Villa Crespo, esconde uno de los bares argentinos, que ha recuperado la tradición de la coctelería porteña, acompañada de una cultura gastronómica que se remonta a las oleadas inmigratorias.
A la luz de las velas, en el fondo de lo que primitivamente fue un galpón de 400 metros cuadrados, Díaz desgrana -en medio de la algarabía que reina en el lugar- el espíritu del bar de nuestros días.
"Tiene que ser divertido pero con mucho orgullo del producto que hacen", algo presente en el libro, que desenvuelve en sus capítulos e imágenes aquello intangible que flota entre las botellas, la arquitectura y los utensilios.
El diseño del volumen, recién publicado por Planeta, estuvo a cargo de la compañera de Díaz, la diseñadora gráfica e ilustradora Capella, quien logra plasmar el concepto que los guía desde un principio.
Díaz menciona la evolución de los cócteles en los bares sobre todo los últimos diez años en que el cliente reclama mucho más: "Creo que es un momento clave en nuestra actividad, hay una cantidad infernal de bares, y de bartenders trabajando lo que hace cada día mejor nuestro trabajo y con más identidad".
"Cada vez se busca menos copiar lo de afuera y se busca más los conceptos locales, y en ese sentido -resalta- hay que recordar que la historia de la coctelería es muy rica desde principios del siglo XX cuando ya hay ediciones de libros locales y mucho desarrollo relacionado a la industria del vino con distintos aperitivos como el vermú".
"La fórmula de interactuar elementos clásicos como un cynar, la afinidad con la cultura mediterranea, son elementos que se contraponen con, por ejemplo, los bares del norte, donde no se come, algo imposible para nosotros, acá todo está en relación a esa gastronomía que viene de la inmigración", desliza este bartender que estudió cocina en el Instituto Argentino de Gastronomía y sommellerie en el Centro Argentino de Vinos y Espirituosas.
La cultura del vino, asegura Díaz, "ayudó mucho a sofisticar el paladar, a cambiar algunos parámetros que tenía establecido a partir del boom comenzado hace quince años".
"Es más fácil ubicarse en el trago y entender que la coctelería forma parte de la cultura del vino. Hay una gran diferencia -compara-, menos niveles de alcohol que la norteamericana o la inglesa, muchos más sabores amargos como el fernet, el cynar, el campari, algunos sabores muy particulares que sorprenden al extranjero cuando vienen".
En la escena porteña "los gustos van cambiando por temporada, pero el cynar julet, o algunas variantes del spritze no fallan nunca: hierbas, algún jugo cítrico y aperitivos que son mezclas simples pero nobles de un contenido alcohólico medio y que hacen al beber parte de una cultura y no la idea de emborracharse".
Además, los clásicos de siempre como el Old Fashion o el Negroni, "son imperecederos, con un sabor determinado, que al que le gusta los bares sabe pedir y encontrar nuevas posibilidades".
Mientras que la gastronomía -que es inseparable del cóctel- "ha tenido algunos cambios pero siempre con respeto al formato bar, se le han sumado a los platos clásicos -como el revuelto granajo-, otros más elaborados. Todo muy fresco, incluso se puede comer con la mano, sin oropeles, pero siempre apostando a lo mejor", remató.
Para Díaz, "la secuencia comienza con un trago básico: el vermut, prender el fuego y preparar la picada es parte de nuestra cultura gastronómica y eso después hay que transformarlo, llevarlo a una barra quizás con algunos ingredientes más sofisticados sin perder la esencia: es quizás la parte divertida del juego".

domingo, 8 de noviembre de 2015

El Gran Bazar de Tabriz

porAlvaro Mellizo

El Gran Bazar de la ciudad iraní de Tabriz, con casi mil años de historia a sus espaldas, aún es a día de hoy uno de los mayores y más importantes nudos comerciales de Oriente Medio y exhibe una imponente vitalidad comercial en un entorno reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Ni terremotos, ni la invasión de los mongoles en el siglo XIII, ni las durísimas sanciones económicas que en la actualidad aún lastran la economía iraní han podido desmoronar el afán comercial de este lugar, considerado como el mayor bazar cubierto del planeta, y que pese a su estructura y prácticas centenarias, aún se mantiene "vivo y coleando" con mucha fuerza, según pudo constatar Efe y según lo expresaron sus propios comerciantes.
Bajo aproximadamente unos 2,5 kilómetros cuadrados de bóvedas, en el Gran Bazar de Tabriz, ciudad ubicada a unos 600 kilómetros al noroeste de Teherán, late aún con mucha fuerza un corazón capitalista que une tradición y modernidad en un entorno histórico de privilegio en donde el turismo brilla por su ausencia.
Las alfombras son todavía, tal y como siempre fueron desde los orígenes del bazar, las reinas de un mercado que ya fue reconocido como uno de los más importantes del mundo por viajeros como Marco Polo (1254-1324).
Sin embargo, en el bazar se negocian y se venden cada día productos que van desde los diamantes a la grasa pura de cordero, sin dejar de lado a la curiosa y omnipresente ropa interior de lana de camello, un artículo imprescindible para los crudos inviernos de la región.
"Esto es a la vez un mercado mayorista y minorista, y técnicamente no es uno, sino varios bazares de diversos productos, como zapatos, cuero, oro, joyas, juguetes, papelería, ferretería, textil, cuerdas y muchas otras cosas", explicó a Efe Behzad, un joven y políglota "bazarí" vendedor de alfombras de seda.
Desde su pequeño local y junto al enorme samovar con el que invita a té a todo aquel que se deja pasar por allí, Behzad controla un negocio de exportación y venta que, según confesó "quedó muy disminuido", tal y como toda la actividad en el bazar, por las sanciones económicas contra Irán.
"Sobrevivimos por el mercado minorista local, que es muy importante. Tabriz es el centro de la región del Azarbayán iraní, pero su negocio se extiende por todo el Cáucaso, a Turquía, a la zona del Kurdistán, y por todo Irán, claro. Particularmente las alfombras, han seguido siendo deseadas por los que buscan lujo de todo Oriente Medio", apuntó.
Los casi 7.000 locales que hay en el Gran Bazar de Tabriz dan empleo a más de 15.000 personas.
Cada día, bajo su techo se producen millones de pequeñas transacciones que "tan solo en el mercado de alfombras" superan los millones de dólares.
"Para ser honestos, los iraníes son conservadores en sus negocios y no hablan del dinero que manejan. Pero claramente se compra y se vende en el valor de los millones de dólares", añadió.
Hadí, otro joven trabajador del bazar y guía turístico, consideró que el hecho de que este lugar no sea ampliamente conocido en el mundo exterior pese a su reconocimiento internacional por la Unesco y su importante peso económico, se debe a los "celos" que suscita el éxito del Azerbayán iraní en el resto del país.
Los azeríes constituyen la mayor de las minorías étnicas y lingüísticas de Irán, y según consideró Hadí, "dominan el segundo negocio del país, las alfombras", además de tener "mucha presencia en el poder político" iraní. El propio líder supremo (Alí Jameneí) es de familia azerí. Por eso es raro que muchos viajeros que llegan a Irán no vengan aquí. Es como ir a Francia y solo conocer París. En Tabriz y su área hay muchos lugares para ver y descubrir", apuntó.
En ese sentido, recordó que el Gran Bazar de Tabriz estaba en mitad de la Ruta de la Seda y que llegó a tener hasta 24 "caravanserais", los hoteles para caravanas de la época.
"Este era un lugar de comercio masivo internacional y venía a visitarlo gente de todo el mundo. Ahora falta eso", se lamentó.

EFE.

martes, 3 de noviembre de 2015

Renovación de Priority Pass

Priority Pass anunció una propuesta renovada que incluye un sitio web actualizado, innovadoras aplicaciones para smartphones, nuevas tarjetas de membresía digitales, ofertas para miembros y una identidad de marca contemporánea para el programa original de acceso a salones VIP en aeropuertos más amplio del mundo.
Priority Pass se ofrece como un valioso beneficio en muchos programas de recompensas de empresas, comprendiendo bancos, proveedores de tarjetas de crédito, operadores de telecomunicaciones y marcas de consumo. La tarjeta de membresía digital, los nuevos recursos publicitarios y las ofertas para miembros permitirán que los clientes de Priority Pass adapten las recompensas.
Como parte de la renovación de la marca con 23 años de antigüedad, más de 850 salones VIP se encuentran actualmente disponibles para Miembros Priority Pass, comprendiendo el recientemente anunciado 'Aspire, el Salón VIP y Spa en LHR T5', el primer salón VIP independiente en el aeropuerto de Londres-Heathrow Terminal 5.
La nueva identidad de marca Priority Pass refleja las cambiantes necesidades y expectativas del viajero frecuente y fue creada obedeciendo a una investigación exhaustiva respecto de miembros en Asia, Europa y los Estados Unidos. Jorge Rincon, vicepresidente, Lifestyle Benefits del Collinson Group explica: "Le consultamos a nuestros numerosos miembros qué deseaban de nosotros y el resultado es una inversión significativa que excede las exigentes expectativas de nuestros miembros, clientes y socios. Nuestro compromiso es mantener nuestro liderazgo de mercado y la nueva propuesta implica que Priority Pass posee la tecnología, los procedimientos y las herramientas necesarias para brindar una experiencia superior de viaje, en cada oportunidad. Esta es nuestra más amplia mejora del producto a la fecha, con un sitio web completamente nuevo, aplicaciones para smartphones y una marca renovada, junto con una hoja de ruta del producto que describe una mejora continua del mismo".
El sitio web adaptable prioritypass.com posee una nueva imagen y funciones enriquecidas, las aplicaciones Priority Pass para smartphones con sistemas Android, iOS y BlackBerry han sido actualizadas y por primera vez, los miembros Priority Pass pueden utilizar tarjetas de membresía digitales para acceder de manera simple y rápida a la mayoría de los salones VIP del programa Priority Pass mediante su smartphone o tableta.
La nueva imagen de las tarjetas de Membresía Priority Pass reconocen el posicionamiento superior de la marca, a su vez que las nuevas ofertas relacionadas a viajes, golf y alquiler de vehículos aseguran que los Miembros Priority Pass comprendan el valor de su Priority Pass más allá del salón VIP.0
Los grupos de debate de Priority Pass y la información de miembros resaltan la manera en que los viajeros se encuentran cada vez menos dispuestos a abonar una recargo con el fin de ascender de categoría en cuanto a sus asientos en el avión, y prefieren mejorar su viaje con beneficios tales como acceso a salones VIP, servicios de conserjería y experiencias exclusivas en sus destinos. Muchos miembros consideran los salones VIP como un refugio valioso en los concurridos aeropuertos y como un beneficio que disfrutan al compartirlo con amigos, familia y colegas como invitados. Esto es especialmente cierto entre un grupo joven, próspero y culturamente diverso de 'Consumidores Conspicuos' que valoran la comodidad y estatus que brindan los salones VIP y esperan que todo, incluyendo boletos de avión y servicios excluvisos para miembros, esté disponible digitalmente todos los días, a toda hora. La nueva Tarjeta de Membresía Digital y las aplicaciones para smartphone tienen un fuerte impacto en este público.

A subasta en Londres una colección de arte de Sting

Una colección de arte del cantante Sting y su esposa, Trudie Styler, que incluye un piano Steinway, se subastará el próximo 24 de febrero en Christie's, en Londres, informó la prestigiosa casa de pujas.
El lote, compuesto por más de 200 objetos que estaban en el antiguo domicilio del artista en Queen Anne's Gate, en la capital británica, tiene un valor estimado de entre 483.904 y 691.255 euros.
Entre las piezas que se ofertarán al mejor postor hay un porfolio de jazz de Henry Mattisse, valorado entre 345.633 y 483.904 euros, una litografía de Pablo Picasso, "Le Corsage a Carreaux" (foto), cuyo precio oscila entre 41.474 y 69.123 euros y dibujos y grabados de Gustav Klimt, Rene Magritte y Carsten Holler.
La colección también incluye obras de arte de la posguerra y piezas de jóvenes artistas contemporáneos, que fueron encargadas especialmente para decorar la escalera del antiguo hogar de la pareja.
"Habiendo estado a cargo de muchas de las grandes colecciones de arte privadas recopiladas por algunas de las figuras más notables de la historia, Christie's se siente honrada de poner a la venta obras de arte de la colección de Sting y Trudie Styler", indicó Andy Waters, de la casa de pujas.
Este experto añadió que el que fuera el domicilio de Sting y su esposa "combina sin esfuerzo el lujo, las rarezas y el color, un hábil equilibrio que ha dado lugar al mejor ejemplo de hogar londinense".
Según Waters, "cada pieza de arte ha sido cuidadosamente escogida y la colección resultante es un testamento del ojo para el arte y el diseño que tienen Sting y Trudie Styler".
La pareja, que lleva casada 23 años y tiene cuatro hijos, cuenta ahora con una nueva casa ubicada en el complejo de viviendas construido en la icónica antigua central eléctrica de Battersea.

sábado, 31 de octubre de 2015

Jaque mate en la moda parisina

 (Raf Simons. Foto: EFE)
El mundo de la moda cambia de paradigma en París: primero cayó el más joven, Alexander Wang, director creativo de Balenciaga, y después, casi a uno por semana durante octubre, se desvanecieron Raf Simons, de Dior, y Alber Elbaz, alma de la casa Lanvin.
La última Semana del "Prêt-à-porter" en la capital francesa no sirvió solo para establecer nuevos parámetros en el mundo de las tendencias, sino que fue a su vez la última muestra de tres nombres que ya han pasado a la historia de la moda.
El primer día de octubre desfilaron en la pasarela las creaciones del diseñador israelo-estadounidense Elbaz. Su salida se desconocía hasta el pasado miércoles, cuando la marca de lujo Lanvin anunció en un comunicado que no renovaría su contrato.
Pero, ¿por qué poner fin ahora a esta prolífica colaboración? El mismo Elbaz declaró en un comunicado que deja la casa "por decisión de su accionista mayoritario" y, según la revista especializada "Women's Wear Daily", la salida del creador de 54 años responde a un "desacuerdo" con la dirección.
Aunque se desconocen los motivos últimos de esta decisión, el modisto había aireado recientemente su frustración por el ritmo que marca la profesión.
                                                                 (Alber Elbaz. Foto: EFE)
Hace solo una semana ,declaró en la reunión anual de ejecutivos de moda que "los diseñadores comienzan con sueños, como costureros, y después se convierten en directores creativos y tienen que crear, pero, sobre todo, dirigir".
Y es que la alta costura alcanzó un ritmo vertiginoso en el que ya no solo se organiza un desfile millonario cada temporada, sino que se lanzan colecciones crucero y líneas de accesorios cada vez con más frecuencia.
"La industria del lujo está imitando el 'fast-fashion'" apuntó a EFE Abraham de Amézaga, conferenciante y experto en moda, y comparó la producción en masa de cadenas tipo Zara, H&M o Mango con la de marcas más exclusivas como Hermès o Louis Vuitton.
"¿Desde cuándo fue una industria? La moda de alta gama se hacía a mano y ahora se ha adaptado al mercado porque hay que vender más", añadió, antes de recordar que "la alta costura vive una saturación desde los años noventa, cuando se comienzan a crear más tiendas y se organizan más desfiles y presentaciones".
De Amézaga recordó también que recientemente se han cerrado "muchos establecimientos como Louis Vuitton en Barbados o en Bilbao, la franquicia de Hermès en Metz (Francia) o una decena de comercios de Cartier en China" y si este ritmo de producción no se reduce, "puede que se rompa la cuerda".
La deserción en Dior del belga Raf Simons el pasado 22 de octubre y el hecho de que la casa aún no haya anunciado un sustituto han hecho que se generen rumores que sitúan a Elbaz como un posible candidato para la marca.
"En el caso de Simons ha habido una saturación. Él tiene un espíritu flamenco, más relajado que quería aportar algo más a la 'maison' Dior", apuntó De Amézaga, también corresponsal en Europa para las ediciones de México y Latinoamérica de la revista Vogue.
E hizo un paralelismo entre la historia del creador guipuzcoano Cristóbal Balenciaga, quien en 1968 se retiró porque no quería asociarse con el "prêt-à-porter", y el caso del modisto de Neerpelt (Bélgica), quien dijo que "por razones personales" no renovaba su cargo.
El desfile parisino que cerraba una etapa de tres años de colaboración de Simons -que había sustituido a John Galliano- se celebró el 2 de octubre, mismo día en que otro grande se despedía de Balenciaga, el estadounidense Alexander Wang.
El consorcio de lujo Kering, al que pertenece Balenciaga, ya había anunciado en julio que no renovaría su contrato al frente de la dirección artística, aunque su marcha no se hizo efectiva hasta este mes.
Era de esperar que no fuera sencillo para el joven Wang, de 31 años, sustituir a Nicolas Ghesquière, uno de los "mesías" en el opulento mundo de la moda, quien estuvo al frente de la firma entre 1997 y 2012.
El diseñador se despidió con una colección integralmente concebida en blanco y cuatro días después la casa recibió a su sucesor, Demna Gvasalia, alemán de origen georgiano diplomado en la "Royal Academy of Fine Arts" de Amberes.

Ana González - EFE.

lunes, 19 de octubre de 2015

El Museo del Louvre explora los mitos fundadores

Los "Mitos fundadores: De Hércules a Darth Vader", de la prehistoria a la Grecia clásica, de la Biblia al inquietante 'lado oscuro de la fuerza' de George Lucas, protagonizan en el Louvre un nuevo espacio de exposición permanente que abrió sus puertas al público.
Es "La Petite Galerie du Louvre", cuyas salas ocupan 250 de los 70.000 m2 abiertos al público en el museo más visitado del mundo, al que acuden cada año más de nueve millones de personas.
Un lugar ideado para "educar", para dar las claves del arte e incitar a visitar las grandes pinacotecas del país "a un público de aficionados, familiar, infantil, a veces alejado del mundo del museo", dijo a EFE el presidente del Louvre, Jean-Luc Martínez.
La presencia de Darth Vader "no es artificial -explicó-, tiene su origen en una visita de George Lucas al museo, con quien desde hace tres generaciones hemos desarrollado y transmitido un repertorio, el de la epopeya de 'La Guerra de las Galaxias', muy inspirado a la vez de la Biblia y la mitología clásica".
Este "verdadero encuentro" entre los mitos de "Star Wars" con los fundadores de la cultura occidental y los de la cultura universal, permite para Martínez mostrar mejor que "una mitología es lo que es compartido, lo que revela las grandes elecciones de la sociedad, que según las épocas y culturas encuentra respuestas diferentes".
La galería evoca entre otras muchas mitologías la egipcia, con la "Estela de la dama Taperet" (hacia el año 1000 a.C) adorando al dios del día Rê-Horakhty y a Atum, dios del atardecer.
Presenta, asimismo, grandes religiones como la budista y la tradición bíblica y mitos como el del paraíso perdido, ilustrado aquí por otra de las joyas de la exposición, un óleo sobre cobre pintado entre 1607 y 1608 por Jan I Brueghel: "La tierra o el Paraíso terrestre".
Esta atípica reunión de cerca de 60 cuadros, esculturas, piezas de orfebrería, cerámicas, máscaras, vídeos o carteles de cine; de diferentes épocas, géneros, materiales y civilizaciones, durará diez meses y no aspira en absoluto a resumir los fondos del museo, sino a educar y maravillar, resaltó su comisaria, Dominique de Font-Réaulx.
Algunas obras proceden de otras instituciones, como el "Cocodrilo original" (186x12x22 cm) de Nueva Guinea, del siglo XX, prestado por el Museo Branly para la primera sala; o la "Venus de Tursac", su minúscula compañera paleolítica, de poco más de 8cm y 25.000 años de edad, procedente del Museo de Arqueología de Saint-Germain-en-Laye.
En ese mismo espacio dedicado a la creación del mundo brilla una segunda Venus: "Aphrodite dite Vénus", desnudo de 96 cm de altura, aunque sin cabeza, brazos, ni piernas a partir de las rodillas; obra romana imperial creada en mármol de Paros hacia el siglo II, hallada en Brindisi (Italia) y hoy propiedad del Louvre.
A su espalda, orienta la introducción mitológica la maqueta titulada "Orfeo viene a civilizar a los Griegos todavía salvajes y enseñarles las artes y la paz", pintada en 1843 para el Parlamento francés por Eugène Delacroix, prestada por el Museo Delacroix, que dirige de Font-Réaulx.
Los ciclos naturales, el paso del tiempo y la magia capaz de vencer los elementos -o de transformar a los hombres en puercos, como hizo Circé con los compañeros de Ulises en "La Odisea"-, inspiran la segunda de las cuatro secciones de la muestra, centrada luego en héroes y figuras míticas de diferentes culturas.
Hércules, descendiente de Júpiter y de una simple mortal; Ícaro, hijo del ingeniero Dédalo que se acercó demasiado al sol y perdió sus alas, cotejan al héroe tailandés Phra Ram (Rama), antes de dar paso a protectores y/o temibles monstruos, gigantes, animales fantásticos, a veces devorándose unos a otros, o en plena metamorfosis.
Presiden las últimas salas la máscara de Darth Vader, un video sobre la célebre saga cinematográfica y el cuadro oro, azul y rosa "Ci-gît l'espace, (RP3)", de Yves Klein, anunciador de "un nuevo mundo", mientras en el centro, visible desde la entrada, luce el rojizo y demoníaco palacio "Le Pandemoinum" (1841), de John Martin.

María Luisa Gaspar - EFE.

De Goya a Rothko, un viaje por el arte moderno y contemporáneo en Roma

Obras de Goya, Ingres, Picasso, Van Gogh, Kandinsky o Rothko componen la selección de joyas pictóricas que la Philips Collection de Washington reunió para ser expuestas en el Palacio de Exposiciones de Roma en un viaje que relaciona el arte moderno y el contemporáneo.
A través de las seis salas de la exposición "Impresionistas y modernos. Las obras maestras de la Phillips Collection de Washington" se hace un recorrido cronológico por las corrientes artísticas fundamentales desde 1800 hasta la posguerra de la Segunda Guerra Mundial, desde el romántico Francisco de Goya hasta la abstracción de Mark Rothko.
La comisaria de la exposición, Susan Behrend Frank, consideró que lo más importante de la muestra (que estará abierta hasta el 14 de febrero próximo), al igual que lo que animó siempre al fundador de la Phillips Collection, Duncan Phillips, es la "idea de que el arte es una relación continua", un hilo conductor entre todas las obras y artistas de diferentes épocas y estilos.
"El pasado habla con el presente, así que si caminas o permaneces de pie en esta galería puedes ver la obra más antigua de la exposición del siglo XVII, de El Greco, y mirar hacia el otro lado y ver en la última sala de esta exposición el trabajo de Adolph Gottlieb, de los años 60", detalló.
Además añadió que "el visitante podrá encontrar estas conexiones él mismo y experimentar el mundo a través de los ojos de diferentes artistas en diferentes momentos".
En la primera de las salas está expuesta una de las obras más conocidas del francés Jean Auguste Dominique Ingres, "La petite baigneuse" de 1826, y otras obras pertenecientes al clasicismo, realismo y romanticismo europeos, pero también el famoso "San Pedro penitente" de El Greco.
Al lado de El Greco, el visitante podrá admirar otro "San Pedro penitente" de Goya, "Le Méditerranéen" del realista Gustave Courbert, una escena de caballos furiosos a orillas del mar de Eugène Delacroix o una de baile español retratada por Édouard Manet, entre otros muchas.
Sin embargo las obras más representativas de la exposición son las pertenecientes a los artistas impresionistas, post-impresionistas y cubistas.
Los cuadros de Paul Cézanne y sus paisajes descompuestos geométricamente, los amplios trazos de Vincent Van Gogh, las bailarinas de Edgar Degas, el brillo del otoño en Claude Monet y las escenas oníricas de Odilon Redon se exponen en diferentes salas que muestran el nuevo uso del color que los impresionistas y postimpresionistas aportaron a la pintura.
También ejemplos de los inicios del juego de formas cubistas.
"Mujer con sombrero verde" de Pablo Picasso es una de las joyas que la Phillips Collection ha llevado a Roma y es además el cartel promocional de la exposición, pero también hay sitio para el Picasso pre-cubista que durante sus días en París pintó "La habitación azul", en la que una mujer se lava entre tonos tristes y azulados.
Junto a Picasso se podrán admirar también obras de Pierre Bonnard, Amedeo Modigliani, Georges Braque o Juan Gris.
Tras estas primeras salas se entra de lleno en el siglo XX, donde las vanguardias abstractas del ruso Vasili Kandinsky se mezclan con las visiones de otros artistas expresionistas como Oskar Kokoschka y Chaïm Soutine junto con los americanos Arthur Dove y Georgia O'Keeffe.
El viaje acaba con las obras abstractas expresionistas de Mark Rothko, Jackson Pollock, Nicolas De Staël, Richard Diebenkorn y Adolph Gottlieb, que aportan la visión más contemporánea del mundo a nuestro alrededor y la ausencia de formas reales para describirlo.
En esta última sala, la tela de grandes proporciones de Gottlieb de tonos rosas y grandes manchas de colores puros, "Equinox", se exhibe, entre otras muchas, con una de las obras sin título de Rothko de tonos anaranjados y formas cuadradas y demuestra la evolución de los artistas y de su manera de retratar la realidad.

Paola Bruni - EFE.

lunes, 12 de octubre de 2015

Pasaje al futuro de Chanel

Aires del futuro en Chanel, que reviste los famosos trajes en tweed con accesorios metalizados en un aeropuerto improvisado, inspiración africana en Valentino y fusión de Oriente y Occidente en Shiatzy Chen fluyeron entre las propuestas para la primavera-verano 2016 que se presentaron en París.
El diseñador Karl Lagerfeld preparó a sus más de 2.500 invitados para un vuelo de altura, al convertir el Grand Palais, el emblemático edificio de finales del siglo XIX con techo de cristal, en un auténtico aeropuerto de las "Chanel Airlines".
Los trajes en tweed de la histórica "maison" se adaptan a los nuevos tiempos en tonos azules, negros y plateados, con estampados geométricos.
Vestidos y faldas se superponen a amplios pantalones en los mismos estampados, reproduciendo las imágenes de aviones y las típicas pantallas de destinos que se encuentran en los aeropuertos.Para esta colección, la firma estrenó un accesorio para el pelo, un doble pasador con forma de lazo en color plateado que crea de forma natural un peinado de dos coletas bajas, un look que todas las modelos llevaron durante el desfile.
Entre los accesorios, metalizados y transparentes, captaron el protagonismo unas sandalias planas con suelas que llevan luces de colores y unas futuristas gafas de sol de aviador con maxi cristal efecto espejo y sin apenas montura.
(Una modelo presenta una creación de la colección prêt-à-porter de Chanel)
Como en un aeropuerto, también hubo lugar para todos los estilos en las propuestas de Chanel, con diseños de aires urbanos en sudaderas y amplios pantalones coloreados a golpes de rosa fucsia, verde o amarillo.
Cara Delevingne no participó como modelo en el desfile, tras haber decidido en agosto dejar la moda, pero fue una de las invitadas especiales de Lagerfeld, que salió con ella a saludar al final del "show" junto al pequeño Hudson Koeringm, su ahijado de cuatro años, con el que ya ha cerrado varias pasarelas.
Valentino revistió de lujo el folclore africano con vestidos con estampados geométricos, motivos tribales y flecos, transparencias y auténticos accesorios salvajes con collares cargados de huesos e incluso peinados de trenzas.
Mayoría de maxivestidos sobre la pasarela con escotes muy marcados en V y espaldas descubiertas, acompañados de sandalias de cuerdas que van atadas al tobillo.
(Una modelo muestra una creación de la colección de prêt-à-porter de Valentino.)
En la exquisita colección de Shiatzy Chen confluyeron las corrientes artísticas occidentales con los más antiguos mitos orientales en siluetas retro con estampados bordados.
La diseñadora, fiel a un estilo híbrido por el que se hizo famosa, creó en esta ocasión vestidos ajustados en la cintura, pantalones anchos y faldas románticas en blanco, amarillo, verde, naranja, rosa o turquesa.
Shiatzy Chen colaboró además con el ilustrador taiwanés Inca Pan, que dibujó a mano sobre las telas flores, frutas, montañas, pájaros y mariposas, en un homenaje a la naturaleza.
Los tejidos integran bordados y distintos tipos de sedas que se superponen jugando con las transparencias, los vuelos y las formas de las sofisticadas prendas.
Agnès B., diseñadora icono de los años setenta y ochenta en Francia, presentó también su nueva colección aunque alejándose de las tendencias de sus colegas, con largos vestidos vaporosos en seda, minivestidos con ilustraciones de jardines y looks de día donde los colores se mezclan en vaqueros rectos, jerséis y gabardinas.
La muestra comenzó con la proyección de un documental con la historia de la marca, que nació en 1975 cuando esta antigua redactora de moda de la edición francesa de Elle se decidió a crear la ropa "que a la gente le gustaría llevar".
La diseñadora tiró igualmente de referencias culturales de su década estrella para homenajear un "look" icónico como la imagen de la joven Jodie Foster en la película "Taxi Driver", dirigida por Martin Scorsese, con shorts rojos, blusa rosa y una enorme pamela blanca.

María D. Valderrama - EFE

lunes, 5 de octubre de 2015

Los vestidos, reyes del verano en la pasarela de París

La oda al verano en el desfile de Stella McCartney hizo vibrar la pasarela con prendas cargadas de color, alegría y movimiento, junto a los aires hippies en las colecciones de Giambattista Valli y Véronique Branquinho y la sofisticación de la mano de Hermès, que marcó las tendencias en los accesorios.
Explosión de energía y movimiento en los diseños de Stella McCartney, que presentó una colección a todo color en el Palacio de Garnier, en la Ópera de París.
McCartney propuso vestidos y faldas muy fluidas por debajo de la rodilla con plisados especialmente marcados y con cortes asimétricos que dejan entrever una de las piernas.
Asimetría igualmente en tops, con los mismos motivos gráficos en plisados, combinados con faldas fluidas estampadas en cuadros.
Naranja, amarillo, rosa y verde entre los colores cítricos que se llevarán la próxima temporada primavera-verano, según la diseñadora británica.
La chaqueta se llevó gran parte del protagonismo, con modelos que se alargan hasta la rodilla o algo más cortos dejando ver el centro de la espalda, en tonos clásicos como el camel o el blanco y negro.
Vestidos y pantalones se combinan parar lograr un "look chic", pero cómodo y de apariencia masculina, una mezcla que se ha convertido en seña de identidad en la firma de la hija del cantante Paul McCartney, muy apreciada por celebrities y blogueras, como la gallega Gala González o la italiana Eleonora Carisi, allí presentes.
Minifaldas trapecio bordadas y chaquetas brocadas lucieron en la colección de Giambattista Valli, que volvió a los sesenta con estampados florales y geométricos.
Los vestidos se mantienen cortos, con vuelo y mangas anchas durante el día, pero las formas se alargan para la noche en arriesgados diseños que esculpen la silueta femenina en tejidos sofisticados que adaptan al día a día la exigencia de la Alta Costura.
La inocencia conquistó la pasarela de Véronique Branquinho con un espíritu bohemio y romántico donde predominaron los maxivestidos cargados de pequeñas flores sobre fondo negro o blanco, y chalecos con flecos que acompañan el largo del vestido hasta los pies para resaltar el "look" hippy.
Branquinho apostó también por el plisado en largos vestidos fluidos con la espalda al aire, en un arco iris de tonos pastel con beige, rosa y azul.
Las prendas más tradicionales perdieron su clasicismo en un complicado diseño de telas transparentes donde unos pantalones de traje, blancos por delante, muestran unas bermudas cortas por detrás, un proceso utilizado también en chaquetas y camisas.
Líneas clásicas en Hermès con especial atención a los accesorios: zapatos de tacón alto y fino que se atan en el tobillo o deportivas de alta gama en vibrante naranja o blancas con detalles en piel marrón.
Mientras, los bolsos de cuero marrón para cargar durante toda la jornada y cinturones lisos marcan los vestidos en torno a la cintura.
Los vestidos se llevan largos, por encima de los tobillos, en diseños con mucha caída en blanco, que fue el rey de la pasarela, aunque también hubo golpes de negro, azul añil, mostaza y, especialmente, naranja.
Elegantes diseños en modelos monocolor con algún discreto estampado de cuadros en pantalones anchos que bajan unos centímetros de la rodilla combinados con sencillos "tops" negros.
Entre los invitados, la cantante Janet Jackson ocupó la primera fila vistiendo completamente de negro y con enormes gafas de sol, aunque eso no impidió que se convirtiera en el centro de todas las miradas.
Roger Vivier presentó también su colección de zapatos y bolsos para la primavera-verano 2016, con diseños donde predominó el color plata y el negro, en las líneas más festivas de la firma, mientras que las flores y diseños hippies se llevan de día con zapatos de tacón ancho en piel y ante.
La pedrería y los detalles 3D ponen el toque de exclusividad en una colección que combina a partes iguales tendencia y funcionalidad.

María D. Valderrama - EFE

martes, 29 de septiembre de 2015

La Moda de Milán se despidió bañada en el color rojo de Giorgio Armani

La Semana de la Moda de Milán dijo adiós bañada en el color rojo de Giorgio Armani, pero también iluminada por el binomio blanco y negro de la firma Fátima Val.
Elegancia chic y feminidad fueron los aspectos fundamentales que protagonizaron la colección elegida por Giorgio Armani para vestir a la mujer la próxima temporada primavera/verano 2016 y presentada en Milán.
A los críticos, amantes de la moda, diseñadores y periodistas les propuso una clara apuesta para el próximo año: un guardarropa femenino en el que el rojo es el auténtico dueño.
En su colección de prendas, se dejaron ver jerséis de lana fina y rayas horizontales en colores blanco y rojo, vestidos de tirantes, en color blanco y círculos rojos, y también vestidos de mangas largas y abiertas, y con cortes asimétricos.
Pero el rojo también sirvió para ser lucido en los complementos, por ejemplo, en pamelas de gran tamaño o en bolsos de cuero, de asas cortas y de cierre en cremallera.
Como calzado, Giorgio Armani apostó por los zapatos cerrados hasta el empeine, abrochados a la altura de los tobillos, de punta en pico y con tacón, y por los zapatos planos de estética masculina.
En cuanto a tejidos, el diseñador italiano huyó de los tejidos tradicionales y sugirió un conjunto de prendas suaves y vaporosas, para vestir a una mujer cómoda y que, en ocasiones, se atreve a llevar ligeras transparencias.
Junto con Armani, la firma Fátima Val también presentó su colección y puso el broche final a este escaparate milanés de tendencias.
Lo hizo con una idea infalible y elegante: la combinación del blanco y el negro.
Así, monos sin mangas y largos hasta los pies, en color blanco, se vistieron con chalecos largos en negro; mientras que las camisas negras con cuello barco y sin mangas se llevaron sobre pantalones anchos y de tonos blancos.
En el desfile de Fátima Val también se pudieron ver diseños en cuero y piel, como vestidos negros, abotonados y con el corte por la mitad del muslo.
En los pies, optó por las sandalias de tiras y planas; mientras que como complementos defendió el uso de bolsos en piel negro y de guantes altos, también en color negro.
La Semana de la Moda de Milán concluyó después de ofrecer a los asistentes durante seis jornadas 70 desfiles, 105 presentaciones y 26 eventos.
Esta edición contó con un calendario potente, que abrió Gucci y por el que pasaron marcas consagradas como Prada, Versace, Fenci, Missoni, Salvatore Ferragamo, Moschino o Emporio Armani.

domingo, 27 de septiembre de 2015

Aprender a cocinar en los fogones de un palacio a las afueras de París

A mediados del siglo XIX, la pudiente familia Rothschild ordenó construir a las afueras de París el "château" de Ferrières, un palacio que tras 150 años de anécdotas que salpican a Bismarck, los nazis o Dalí, renace ahora como escuela de gastronomía, hostelería y lujo "a la francesa".
"Desde mi despacho se ve el palacio. Mi gran sueño era recuperarlo. Pueden imaginarse hasta qué punto es triste ver morirse vacío un lugar que ha visto nacer a una familia tan grande, que ha albergado a tantas personalidades", explica a EFE Jalil Jater, presidente del grupo hostelero de alta gama Accelis, un franco-libanés, que llegó a Francia huyendo de la guerra del Líbano.
El empresario con sede en Marne-la-Vallée, a escasos 10 kilómetros de Disneyland París, es el fundador de una escuela-palacio que empieza su primer curso de vida con una promoción de 35 alumnos y que espera alcanzar las 1.500 matrículas en los próximos años.
Esa imponente edificación neorrenacentista rodeada de jardines y un estanque está incrustada en un bosque de 3.000 hectáreas y quiere competir con prestigiosos centros de formación como la escuela gastronómica Ferrandi de París o el Instituto Paul Bocuse de Gestión Hotelera de Lyon.
Según Jater, la idea surgió cuando hace ya 20 años descubrió que tenía "problemas para contratar a jóvenes diplomados en hostelería en Francia", y se reforzó al constatar que muchos jóvenes galos decidían formarse en la vecina Suiza: el 26% de los estudiantes del reputado colegio de hostelería de Lausanne son franceses.
"Nos dimos cuenta de que cada escuela tiene una especialidad, pero rara vez se asociaba hostelería y gastronomía", agrega el fundador y presidente del centro mientras pasea por las instalaciones.
El centro cuenta con 1.500 m2 de cocinas, 12 salas lectivas en entre 12 y 48 plazas, 400 m2 de bodegas, 2.000 m2 de espacios dedicados a la organización de eventos, una escuela enológica, un huerto de una hectárea y otra hectárea de viñedos. En 2016 comenzarán a construir un campus con capacidad para 1.600 alumnos.
"Salen con la expectativa de ganar 2.500 euros netos al mes", precisan desde la dirección de la Escuela Ferrières, que se dotó de un presupuesto global de 25 millones de euros para inversiones y cuenta con el experto gastronómico y ex presidente de la Universidad de la Sorbona Jean-Robert Pitte como estandarte de honor.
Más allá del programa académico, gran parte del atractivo de la escuela reside en que se encuentre en un "château" cargado de historia.
Encargado por Jean de Rotschild al arquitecto británico Joseph Badson, el palacio vio la luz en 1855 con todas las novedades tecnológicas de la época, como calefacción central o agua caliente en todas las bañeras.
Se convirtió en salón de festejos de la alta sociedad y también en escenario de acuerdos políticos, como la reunión en 1870 que el canciller Otto von Bismarck mantuvo con un ministro de Napoleón III con vistas a la conversión prusiana de Alsacia y Lorena.
En 1940, el palacio fue ocupado por los nazis y la familia Rotschild, que recuperó la propiedad en 1957, decidió condenar la parte del edificio habitado por los alemanes, que se ha vuelto a abrir para el proyecto educativo.
Se recuerda también la fiesta surrealista con Dalí entre los invitados que allí se ofreció en 1971 para celebrar el 100 aniversario del nacimiento del escritor Marcel Proust, antes de que sus propietarios donaran el "château" a la alcaldía.
Esta, a su vez, cedió su gestión a la Escuela de Ferrières, asociada con cadenas de hoteles como Radisson, Four Seasons, The Peninsula o Relais & Chateau y marcas de lujo como Cartier o Artcurial.
"Muchos de nuestros grandes chefs empezaron a trabajar con 15 años y tardaron 30 en llegar a lo alto. La siguiente generación será diferente", augura el fundador de la Escuela Ferrières.

Javier Albisu - EFE.

domingo, 20 de septiembre de 2015

El "social dining" o comer en casas ajenas, la nueva moda nacida en Francia

¿Alguna vez ha sentido curiosidad por probar lo que está cocinando su vecino, tras percibir el aroma desde el portal? Algo parecido a eso es lo que ofrecen páginas en internet que ponen en contacto a personas que dan de comer en sus casas con todo aquel que se interese.
El fenómeno conocido como "social dining", muy popular en Francia, va más allá, dicen, de cocinar un menú a los huéspedes: se trata de un intercambio cultural, socializar y charlar amigablemente conociendo de primera mano a los lugareños de las ciudades en las que se encuentran, que supone la parte más ligada al turismo.
Se trata también de una alternativa a la crisis, la llamada "economía colaborativa" tiene cada vez más éxito en muchos sectores: los transportes con Blablacar o la polémica Uber, los guías turísticos, con ideas como "Freetours" o el sector hotelero con la popular Airbnb.
Las plataformas ligadas a la gastronomía como voulezvousdiner.com o VizEat, líder en el sector, son en su mayoría de origen francés y es en este país donde más éxito tienen, pero poco a poco se van abriendo paso en otros países.
VizEat, que comenzó su andadura en 2014, opera actualmente en 60 países, tiene 40.000 inscriptos y 3.000 "anfitriones" en todo el mundo, según contó a la agencia EFE su responsable para el mundo hispano, Jocelyne Massicot.
El funcionamiento es sencillo, cualquier usuario puede hacerse una ficha gratuita con sus datos en la página y acceder a los ofertantes de menús caseros. En cuanto a recomendaciones, funciona de manera similar a páginas del estilo de "ebay" en el que los consumidores escriben comentarios sobre sus experiencias.
VizEat también integra un equipo responsable de velar por la seguridad de los usuarios que se inscriben examinando sus fichas, además de un seguro que da cobertura a cualquier incidencia que se produzca entre los participantes.
Los precios de las comidas son fijados por el ofertante, aunque se puede llegar a acuerdos con el huésped, incluso, sobre el menú.
El beneficio para la página viene dado por las comisiones de un 15%, en este caso, que se cobran a los usuarios, al estilo de las citadas Blablacar o Airbnb.
La creación de este proyecto -que actualmente está traducido al inglés, francés, italiano y español- fue idea de dos franceses que tras sus viajes por Perú y por China descubrieron la experiencia de compartir, "fue como una inspiración para ellos", detalló Massicot.
Otra plataforma de corte similar es Voulezvousdiner, creada en 2010, que funciona actualmente en treinta países.
Una de sus participantes, que ofrece su menú a los usuarios interesados, es Emilie Sabathe, una parisina que abre su casa de Montmartre y por un precio medio de 25 euros proporciona dos platos, bebida y postre a los huéspedes: "Una cantidad más que acsesible teniendo en cuenta el coste de los menús de los restaurantes de París", según ella misma resalta.
Sabathe explica a EFE que a veces acuerda con sus "invitados" los ingredientes o platos que cocina, aunque dice que su especialidad es la gastronomía tradicional francesa.
Esta apasionada de la cocina, como ella se define, recibe a unos cuatro o cinco huéspedes una vez al mes y recalca que la gente como ella que decide abrir su casa "no proporciona solo la comida, sino que ofrece compartir una velada agradable intercambiando intereses culturales y conversación".
Este nuevo modelo de "economía participativa" abre un debate sobre la necesidad de regular esta práctica económica para algunos de dudosa legalidad.
El principal sindicato de hosteleros de Francia, la Union de Métiers et des Industries de l 'Hotellerie (UMIH), se queja de la falta de regulación fiscal y de la ausencia de garantías en cuestiones como la higiene.
"Hemos enviado ya hace dos años una queja al Gobierno de Francia y aun no tenemos respuesta sobre este asunto" declaró su presidente François Galabert.
En respuesta a esas críticas muchos representantes y usuarios de las plataformas de "social dining" insisten en que el concepto ofrece mucho más que ir a comer, que no se sienten como competencia directa de los restaurantes y que se trata de una manera libre y alternativa de disfrutar de la gastronomía que no va contra la ley.
Los países donde el concepto tiene más éxito son Francia, Estados Unidos, Italia y España, donde se van abriendo paso sobre todo en las principales ciudades.

Lucía Menéndez - EFE.

jueves, 10 de septiembre de 2015

Vinos pontificios

Cuentan los autores griegos y romanos que los dioses bebían néctar; parece que no debemos confundir ese néctar con el que alimenta a los colibríes o liban las abejas, sino que se trataría de vino, de un tipo de vino, escanciado en las copas de los moradores del Olimpo por coperos (hoy diríamos sommeliers) como el bello Ganimedes.
En todo caso, en nuestros días, cuando queremos alabar un vino decimos que "es néctar de dioses". También hablamos de "vino digno de un rey". Entonces, ¿por qué no digno de un papa? No usamos esa comparación; nos quedamos en el escalón inmediatamente inferior y de algo exquisito decimos que es "boccato di cardinale".
"Boccato di cardinale": magnífico ejemplo de lo que yo llamo "itañol", porque la expresión no existe en italiano, lengua en la que bocado no es "boccato", sino "boccone". Pero se lo adjudicamos a los cardenales; Julio Camba, en los años 30, decía en "La Casa de Lúculo" que no se hablaba de "bocado de papa" porque al solio pontificio solían llegar personas de edad, para las que lo más adecuado era eso de "sopitas y buen vino".
Buen vino, entonces. ¿Qué vinos son papales? Para empezar, los que se producen en territorio pontificio, es decir, en los Castelli Romani, grupo de municipios próximos a Roma, entre los que se hallan Castel Gandolfo, en el que los papas tienen su residencia veraniega, y otros que suenan por sus vinos, como Albano o Frascati. Vinos blancos, elaborados con varias uvas, especialmente de la variedad malvasía, de alguna de las malvasías mediterráneas.
Pero hay otro vino que asociamos al Papado: el Châteauneuf du Pape, del valle del Ródano, al sur de Francia. Un vino con historia, que se remonta a los tiempos (siglo XIV) del llamado "cisma de Occidente", cuando, a consecuencia de la situación en Roma y problemas con los reyes de Francia, la sede pontificia se trasladó a Aviñón, en las riberas del Ródano, que entonces no pertenecía a la corona francesa sino a la de Sicilia.
Bien, uno de los papas de Aviñón fue el entonces arzobispo de Burdeos, Bertrand de Goth, conocido como Clemente V. Tenía viñedos en Burdeos, cuyos vinos eran muy de su agrado. De hecho, todavía hoy hay un "grand cru", justamente llamado Château Pape Clément, en el municipio de Pessac, elaborado con uvas de un pago que perteneció a nuestro personaje.
Uno de sus sucesores, Clemente VI, inició la construcción de un nuevo palacio o castillo papal, el "castillo nuevo del papa", Châteaun Neuf du Pape. Fue terminado por Juan XXII, papa que aparece en "El nombre de la Rosa", de Umberto Eco.
Finalmente, y después de provocar la eliminación de la orden templaria, entre otras cosas, el papado regresó a Roma, aunque a los cardenales les costó aceptar el regreso. Petrarca, que vivió su idilio con madonna Laura en Aviñón, explicaba al papa Urbano V, por carta, que los cardenales sabían que "en Roma, los vinos de Provenza son más escasos que el agua bendita".
Vinos de Provenza, vinos del Ródano. A diferencia de los Hermitage o Côtes Rôties, que se elaboran con las variedades tintas Syrah (o Shiraz) y Grénache (Garnacha), los tintos del Châteauneuf du Pape pueden ser resultado de la combinación de hasta trece variedades, entre blancas y tintas; de todos modos, hoy se tiende a que la Syrah y la Garnacha sean abrumadoramente mayoritarias.
Así que tenemos vinos de dominios papales, actuales y del pasado. Pero yo creo que, al final, el actual papa, Francisco, se mantendrá fiel, si su austeridad se lo permite, a los excelentes vinos de Malbec mendocinos, los vinos más representativos del viñedo argentino. Y es que la tierra, el vino de la tierra, tira muchísimo aunque se esté en el Vaticano.

Caius Apicius - EFE

lunes, 31 de agosto de 2015

El queso del congreso

Nunca he hecho mucho caso a las afirmaciones de que tal o cual cosa es "la mejor del mundo"; sin embargo, hay un caso en el que, por la identidad de los miembros del jurado y el hecho de que entonces la publicidad estaba en pañales, la decisión de unos cuantos me parece digna de tenerse en cuenta.
Me refiero a la votación, propuesta por ese gigante de la política que fue Charles-Maurice de Talleyrand y realizada en el Congreso de Viena (1814 a 1815), para elegir al rey de los quesos. Ganó, como estaba previsto, el suministrado por el ministro de Exteriores de Luis XVIII: un Brie de Meaux.
Talleyrand es un personaje increíble. Sacerdote, ocupó cargos de responsabilidad en el gobierno de Francia con Luis XVI, durante la revolución, con Napoleón, con Luis XVIII y, en la "monarquía de julio", con Luis Felipe. No tuvo ninguno en la II república, pero seguramente solo porque falleció antes de su proclamación.
Era un intrigante. Y lo de Viena es un ejemplo, menor si se quiere, pero ejemplo. Francia, como derrotada (Napoleón había sido enviado a la isla de Elba), no había sido invitada a una reunión en la que sus vencedores, capitaneados por el austríaco Metternich y el inglés Castlereagh, no preveíanla participación francesa; pero el flamante ministro de la restaurada dinastía borbónica consiguió no solo estar presente, sino manejar el cotarro en su beneficio.
Se le ocurrió organizar una competición entre los quesos de los países participantes, una treintena. Y se hizo llevar a la capital del Imperio Austríaco un Brie de Meaux. Pese al Stilton aportado por Castlereagh, el Brie fue proclamado "roi des fromages et fromage des Rois", rey de los quesos y queso de los reyes.
A mí, la verdad, un buen Brie me parece uno de los mejores quesos que se pueden tomar: me gusta mucho, siempre que esté fresco y mantenga sus cualidades originales, es decir, su corteza con moho blanco y, sobre todo, su pasta blanco-amarillenta cremosa, con su punto de aroma almendrado.
El Brie de Meaux se produce en la región de La Brie, situada entre París y Champagne, y en la localidad que le da "apellido": Meaux. Se elabora Brie en muchos lugares, porque no tuvo AOC (Appellation d'Origine Controlée) hasta los años 80 del siglo pasado; hoy está protegido en toda Europa.
Se elabora con leche cruda de vaca, se presenta en discos de dos o tres centímetros de grosor y entre veinte y treinta de diámetro y puede ser "laitier" (hecho con leche de varios granjeros) o "fermier", si toda la leche procede de la misma granja.
Ya he dicho que me gusta mucho; nada nuevo, porque también le gustaba a Carlomagno, a Enrique IV, a Carlos de Orleans y hasta a Rabelais, que lo incluye en su 'Gargantúa'. Me gusta a la española, de aperitivo, y a la francesa, antes del postre propiamente dicho, del que no es raro que prescinda si tengo delante una buena cuña de Brie, un buen pan y el vino adecuado.
¿Qué vino? Graves autores recomiendan los grandes tintos de Francia. Modestamente, no lo veo: la tanicidad de los tintos perjudica, en mi opinión, el sabor puro del queso. Un blanco, entonces; buscaría un buen chardonnay. O, directamente y aprovechando la vecindad geográfica, un buen champaña,que me parece la mejor elección.
Un queso, desde luego, con mucha e ilustre historia dentro, desde la corte de Aquisgrán (Aachen para los alemanes, Aix-la-Chapelle para los franceses) a los palacios vieneses del imperio. No sé a ustedes, pero a mí una cosa con historia, con historia importante, siempre acaba sabiéndome mejor. Prueben, y trasládense mentalmente a la vieja Europa de antes de Waterloo.

Caius Apicius - EFE.

viernes, 21 de agosto de 2015

La mejor coctelería porteña celebra el festival Buenos Aires Cóctel

En Argentina, esta semana no es necesario ser James Bond para disfrutar de un martini perfecto: los tragos más exclusivos se consiguen en casi 45 bares a precios accesibles en el Buenos Aires Cóctel, un festival pensado para celebrar lo mejor de la coctelería local.
Profesionales y aficionados del mundo de la coctelería caen a los pies del ingenio de los principales "bartenders" de Buenos Aires, que conquistan con propuestas que van desde una cascada helada por la que caen las gotas del vodka a los tragos preparados con miel o servidos en una pequeña botella.
"Buenos Aires Cóctel nace porque la coctelería porteña en los últimos 10 años viene en un 'in crescendo' continuo", dijo a EFE Rodolfo Reich, uno de los organizadores del evento.
La apertura de nuevos bares y una generación de "'bartenders' muy jóvenes" son, para Reich, una de las principales características de la actualidad del sector en la capital argentina.
"Teníamos ganas de que ese auge se expanda, crezca y vaya más allá de ese nicho de la gente que solía ir a los bares", aseguró.
Para Reich, "Buenos Aires merece tener su fiesta coctelera" a la par de ciudades como Nueva York, Moscú, San Francisco y París, con los bares como el principal escenario.
En ellos, las ideas de los profesionales mezclan vinagre de frambuesa con licor y canela para una propuesta romántica, mientras que en otros tragos el gin se encuentra con la esencia de romero y la piel del pomelo.
La coctelería porteña no descuida un detalle esta semana: decora con peras, endulza con mermelada de rosa y propone los perfectos maridajes de la mano de "bruschettas" o pinchos de langostinos.
"Hoy Buenos Aires, en la región latinoamericana, es sin duda la capital coctelera. Se hacen cócteles de hace 100 años. Hay grandes 'bartenders' y hay una historia muy pujante y muy rica", remarcó Reich.
Lo más interesante para él es la "identidad" presente en las propuestas de cada "bartender", en el paladar "propio" de la región y la lógica del ambiente del bar presente en Buenos Aires.
Precisamente, la identidad argentina se hará presente en eventos como "Chori & Tonic", en el que un restaurante y un reconocido "bartender" local se unirán mañana para que los asistentes puedan disfrutar de un rico chorizo y un gin-tonic "a un precio especial".
Pero el evento propone más que tragos sofisticados a precios accesibles y se convierte en una puerta de entrada al conocimiento del mundo coctelero.
La agenda planeada para esta semana incluye una jornada para los "protagonistas de la industria", clases maestras de coctelería, competencias, talleres y circuitos que llevan a los interesados por bares emblemáticos de la cultura del cóctel en Buenos Aires.
Uno de los recorridos propuestos fue "La ruta del martini", con la "bartender" Mona Gallasi como guía a través de tres bares con estéticas e improntas distintas: "Singapur", con un estilo glamuroso, "Florería", con una impronta rústica, y "Pony Line", del hotel Four Seasons en Buenos Aires.
"Muchas veces el cóctel martini está muy relacionado con lo sofisticado o con la gente mayor de 40 y de esta forma llegamos a diferentes públicos, edades y ámbitos", explicó Gallesi a EFE.
Para ella, esta semana "lleva a la coctelería a una cuestión más turística y cultural" porque es "algo cultural que invade".
"Cada vez hay más 'bartenders', más impronta, más creatividad en Buenos Aires. Estamos a la par de cualquier otra capital del mundo", aseguró.
Es esa misma creatividad la que buscará aprovechar, en este evento, hasta el uso de las redes sociales y de la tecnología para mostrar cómo vive Buenos Aires su fiesta de la coctelería.
Con esa idea, un taller en un bar propondrá "recorrer el universo actual de los que se acercan a la barra con un 'smartphone' en mano" para "disfrutar de un rico trago pero también para compartirlo en las redes sociales".

EFE

martes, 18 de agosto de 2015

Las mujeres, la revolución y el mar, las tres pasiones de Korda

Las mujeres, la revolución y el mar fueron las tres pasiones del fotógrafo cubano Alberto Díaz Gutiérrez, Korda, que protagoniza una muestra que puede verse en el Centro Cultural Borges, de Buenos Aires, hasta el 13 de septiembre.
La hija de Korda, Diana Díaz López, afirmó a EFE que, a diferencia de la creencia popular, es el mar y no el ron el tercer amor del fotógrafo, que dejó postales icónicas de la revolución comunista en Cuba.
"Esta muestra tiene un doble valor para el Centro Cultural Borges: por un lado, es histórica y, en parte, educativa, y por el otro, se enmarca en un contexto en el que Cuba está restableciendo sus relaciones con Estados Unidos y posiblemente se abra al mundo", dijo a EFE Virginia Fabri, una de los comisarios de la exhibición.
Korda, fallecido en París en 2001, fue el autor de unas de las fotos más reproducidas de la historia, el retrato del líder revolucionario Ernesto "Che" Guevara con boina y semblante serio.
La imagen del Che fue capturada en 1960 en un entierro de las víctimas de la explosión de La Coubre, un buque de origen francés que transportaba armas y municiones y que fue saboteado cuando llegaba al puerto de La Habana.
Por la foto "Guerrillero histórico", su autor nunca obtuvo dinero ni tampoco lo reclamó: el italiano Giangiacomo Feltrinelli la hizo conocida mundialmente tras un viaje a Cuba en busca de noticias sobre uno de los ideólogos de la revolución cubana.
"Contrariamente a lo que se cree, mi papá se sintió agradecido con Feltrinelli, porque finalmente fue él quien dio a conocer la imagen que representaría para muchos, guste o no, el cambio", según la hija de Korda, comisaria de la muestra.
Entre las 110 fotografías de la muestra se incluye una serie protagonizada por mujeres que parecen salidas de revistas de moda y un álbum de viajes de exploración marítima junto a Fidel Castro.
La mayor parte de la exhibición está dedicada a las instantáneas que tomó durante la revolución, entre las que se ven al Che jugando al golf y a Fidel esquiando en Rusia o cazando con el ex presidente soviético Nikita Kruschev, por ejemplo.
Díaz López narró a EFE la historia de la foto que ella considera la más importante de la exposición, por ser la preferida de Korda y la que definió su vocación: "La niña de la muñeca de palo".
"Mi papá conoció a la niña, Paulita, en 1959 y tomó ese retrato, que le hizo repensar su trabajo para dedicarlo a la revolución. Muchos años después, Paulita lo invitó a su boda y reprodujeron la imagen: ella abrazada a un tronco, pero vestida de novia", explicó.
La exhibición también incluye obras inéditas: instantáneas de una fiesta bembé, organizada por la comunidad afrocubana, y unas fotos de un viaje a China en el que acompañó a Castro.
Estas dos colecciones fueron recuperadas recientemente por su hija tras pertenecer durante décadas a particulares.
"Mi padre tenía la costumbre de regalar las fotos que tomaba, y últimamente fuimos contactados por personas de la isla que querían venderlas por su situación económica", explicó Díaz López.
Korda imprimió una determinada estética a la revolución cubana, al "transmitir la belleza de las modelos, que fotografiaba en sus inicios, a los rebeldes bajados de la sierra", detalló su hija.
Virginia Fabri enfatizó en la "visión y composición más sofisticada" de Alberto Díaz frente a otros fotógrafos documentales, por haber comenzado su carrera en lo comercial y publicitario.
En la muestra destaca una frase de "El principito" de Antoine de Saint-Exupéry: "Lo esencial es invisible a los ojos".
Es lo que, según su hija, decía Korda a sus alumnos cuando le pedían consejos sobre cuestiones técnicas y de estilo.

Sofía Terrile - EFE.

domingo, 9 de agosto de 2015

Choripán, mate y Malbec en menú argentino de los mejores cocineros del mundo

Los hermanos Roca, anfitriones de El Celler de Can Roca, considerado el mejor restaurante del mundo, se rindieron ante el popular choripán, el mate, el Malbec y hasta se atrevieron con un "golazo" de postre, al mejor estilo Messi, en la elaboración de su menú argentino durante su visita a Buenos Aires.
Los Roca -Joan, el chef; Josep, el sommelier, y Jordi, el pastelero- recalaron en la capital argentina en el marco de una gira internacional para llevar al mundo el secreto de la mejor cocina española.
Para atender a los cien comensales por noche que recibieron los Roca durante esta semana en un conocido restaurante de Buenos Aires, los hermanos Roca se preparan con horas de antelación.
Arropados por un equipo de 80 personas, entre cocineros, sommeliers y camareros -la mitad del equipo procedente de El Celler-, los Roca se implican en cada detalle de la elaboración en la cocina.
Nada queda a la improvisación. Todo está medido al milímetro y organizado para evitar sorpresas y rendir homenaje a la gastronomía argentina con una mezcla de innovación y tradición.
"La cocina argentina es increíblemente compleja, parecía muy simple antes de llegar pero luego te das cuenta de que es compleja porque tiene influencia de muchas cocinas", explica a EFE Joan Roca.
En los quince pasos de la carta, las estrellas de la mesa argentina, desde el choripán -el típico bocadillo de chorizo a la parrilla, que en manos de los Roca queda como un delicioso canapé-, hasta el mate, tomado con cuentagotas y regado con Malbec.
La pizza de fainá (masa de garbanzos), las empanadas -de humita y carne-, los alfajores y el taco de asado, completan la oferta de entradas.
En los platos fuertes: cordero, merluza negra, cochinillo, locro y langostinos del sur.
Productos tradicionales con aderezos poco corrientes: cinco pimientas, cedrón, azafrán, naranja amarga, jazmín, rosa marchita, polvo de chorizo picante, ceniza de cebolla de verdeo y hasta una emulsión de queso de oveja con esencia de lana.
Todo regado con los mejores vinos argentinos: Malbec, la más conocida de las uvas locales, torrontés, bonarda... para cerrar con un aguardiente de pera patagónico de 40 grados, más que suficiente para combatir el frío del invierno austral.
La propuesta constituye un extenso recorrido gastronómico por la geografía argentina, desde el cordero de la norteña Salta a la merluza de las heladas aguas de Tierra de Fuego, y por las más importantes bodegas del país, de Mendoza a la Patagonia.
El menú se cierra con otro homenaje a la cultura argentina: el fútbol. Un "golazo" de Messi de la mano de Jordi Roca elaborado con el protagonista indiscutible de los postres argentinos, el dulce de leche, y presentado en un balón con césped artificial traído desde El Celler.
Durante una semana, los hermanos Roca sirvieron este menú a quinientos comensales en el marco de su "Cooking Tour 2015", una iniciativa de la entidad bancaria española BBVA que les permite mostrar al mundo las claves de su éxito.
Una experiencia, explican a EFE, que los ayuda a "internacionalizarse" y enriquecer la cocina de El Celler, sin perder de vista que el éxito es "relativo" y que no dejarán que les "vuelva locos".
Arropados por su equipo, los Roca seguirán a partir de la próxima semana su gira en Estados Unidos, en las ciudades de Miami, Birmingham y Houston, antes de saltar a Estambul (Turquía).
En conjunto, cinco semanas en las que El Celler se mantendrá cerrado. A su regreso, no habrá descanso porque el restaurante de Girona tiene reservadas sus mesas durante los próximos once meses.

Mar Marín - EFE.

lunes, 3 de agosto de 2015

Los hermanos Roca "relativizan" el éxito y no se "vuelven locos"

Fundadores del Celler de Can Roca, reconocido como el mejor restaurante del mundo, los hermanos Roca trabajan para seguir a la cabeza de la gastronomía internacional, pero relativizan el éxito y la popularidad y aseguran que no se van a "volver locos", en una entrevista con la agencia EFE en Buenos Aires.
Una combinación de innovación en la cocina y de respeto por la tradición es la clave del éxito de estos tres hermanos -Joan, Josep y Jordi- que fundaron el Celler hace 30 años en la localidad catalana de Gerona y que cuentan ya con un equipo de 70 personas.
Sin descuidar el negocio familiar, se "internacionalizan" con giras como la que los llevó a Buenos Aires con el patrocinio del BBVA, que les permitirá presentar una adaptación de platos escogidos con elementos básicos de la cocina local.
El objetivo "rendir tributo a los países que nos acogen, cocinando sus productos e interpretando su cocina", explicó Josep.
En el menú, protagonistas de la mesa argentina como el popular "choripán", el mate y el "chimichurri", junto al cordero, la merluza negra y los alfajores.
Tampoco puede faltar el helado, uno de los elementos básicos de la "fantasía" que utiliza Jordi en la elaboración de sus postres.
Una propuesta que constituye, dicen, una prueba más de que la gastronomía es una expresión cultural que contribuye a relacionar a los pueblos.
Pese a que el suyo es un sector donde la competencia es muy dura, los Roca aseguran que su mayor presión "viene del comensal que llega de lejos" y "es a quien nos debemos".
"Todo lo demás es relativo. Tenemos la suerte de compartir la presión, de seguir viviendo en el mismo lugar donde nacimos, un barrio obrero de Gerona y que cada día vamos a comer al restaurante de nuestros padres, que es nuestro origen", explicó Joan.
"Eso nos hace relativizar mucho nuestro éxito y tomar distancia de la presión y de la competitividad, que va con nosotros, porque nos gusta hacer las cosas bien, pero no nos vamos a volver locos por la presencia internacional", continuó.
El Celler no se resintió por la crisis que sacudió a España durante los últimos años. Sus 50 plazas están reservadas con once meses de antelación, un fenómeno difícil de repetir.
La cocina, apuntó Joan, "puede ayudar a salir de la crisis, es una herramienta de promoción y de activación económica de diferentes sectores".
Volcados en la cocina, los hermanos Roca no entran en el debate político sobre el proceso que vive Cataluña.
"Somos cocineros. Cocinamos. Nos gusta cocinar y nos gusta que la cocina sea ese lenguaje universal. Siempre decimos que el éxito de Can Roca beneficia a Cataluña y a España y no queremos entrar en este tipo de polémicas", zanjó Joan.
Los Roca son un ejemplo del éxito de un negocio familiar, en el que cada uno de los hermanos tiene una tarea estratégica y se reparten también la gestión.
En su cocina, no puede faltar un buen vino porque "la gastronomía sin vino sería solo cocina", aseguró Josep, convencido de que los vinos españoles están "en el mejor momento de su historia".
Tampoco una buena dosis de azúcar, la que necesita Jordi para sus postres, un plato básico en una buena mesa.
Pero, sobre todo, subrayó Joan, disfrutan la complicidad de compartir su pasión entre hermanos.
En Buenos Aires fueron sido recibidos con el tradicional asado, una invitación que les permitió compartir y "sentirse como en casa".
Su deseo, marcar un "golazo" en la capital argentina: "Imaginen una final Brasil-Argentina y que Messi marca el gol definitivo. Ese es el gol que vamos a probar, un gol soñado, lleno de fantasía, un golazo que intentaremos que, además, este bueno", resumió Jordi.
Pese a que disfrutan de cada plato y de la cocina de cada país, cada uno tiene sus preferencias: gambas de Palamós para Josep, jamón serrano con pan "tumaca" para Jordi y trufas o un buen pescado para Joan. El sabor de su tierra.

Mar Marín - EFE.