jueves, 28 de enero de 2016

Naturaleza y feminidad con Chanel y Stéphane Rolland

 (La argentina Mica Arganaraz luce una creación de la colección primavera/verano 2016 del diseñador alemán Karl Lagerfeld para Chanel. EFE)
por María D. Valderrama

El Grand Palais de París, reconvertido en una casa nórdica, acogió el desfile de Alta Costura de Chanel en un homenaje a la naturaleza con tejidos naturales y bordados en madera, mientras que Stéphane Rolland apostó por la feminidad y los vestidos fluidos.
Un espacio sereno al que acudir a desconectar del frenesí de la gran ciudad fue el decorado que eligió el diseñador de Chanel, Karl Lagerfeld, inspirándose en la arquitectura nórdica, con estructuras de diseño simple rodeado de árboles y pequeños lagos.
De una casa de madera situada en el centro del decorado salieron sus modelos con estilismos en colores luminosos, siempre en una gama de beiges: crudo, marfil, arena o moca.
La seña de identidad de Gabrielle Chanel, el tweed, siguió por supuesto presente en esta colección que se adaptó a los nuevos tiempos invirtiendo las formas con mangas ovaladas y estrechas faldas lápiz por debajo de la rodilla.
Los detalles se cuidaron al máximo incluyendo bordados con virutas de madera y broches en forma de insectos, en un trabajo de diseño con intención ecológica, como se vio también en las suelas de corcho de los zapatos, siempre en dos colores y con la puntera redondeada en negro, como las clásicas bailarinas de la "maison".
Pero como Chanel vive en el siglo XXI, seguramente pensando ya en el que viene, en la colección hubo lugar también para la tecnología.
Las modelos portaron un pequeño bolso alrededor de la cintura para guardar sus smartphones, que algunas incluso sacaron durante el desfile fingiendo mantener conversaciones telefónicas.
Chanel eligió un maquillaje nude centrando la atención en los ojos, que quedaron definidos por dos simples líneas negras de eyeliner.
Para el peinado, un trabajado moño con el pelo enrollado en la nuca, en un look de aire oriental que resulta al mismo tiempo elegante y moderno.
No faltaron al desfile algunas de las musas de Lagerfeld, iconos también de la firma como Cara Delevingne, Diane Kruger, así como las actrices Gwyneth Paltrow, Monica Belluci o Ana de Armas.
Y como recién salidas de la mejor de las óperas, las modelos de Stéphane Rolland vistieron 17 espectaculares diseños en una oda a la feminidad y la sensualidad, que acogió la exclusiva avenida de George V.
Vestidos con faldas plisadas y detalles esculturales en torno al torso y los hombros, y escotes que alcanzan la cintura dejando ver la espalda y el pecho por momentos.
Las asimetrías en el largo de las faldas crean efectos contrarios: colas que se arrastran por el suelo mientras que las piernas quedan al aire y el plisado del vestido toma forma en las caderas creando volumen en los laterales.
(Una modelo luce una creación de la coleccion del diseñador francés Stéphane Rolland. EFE)

La silueta de la mujer se mantiene sin embargo delicada y fluida con una dramática actuación por parte de las modelos para representar esa fragilidad que la propia "maison" compara con la de "una estrella del Palacio de Garnier", el edificio de la Ópera de París.
En los materiales, el diseñador francés apostó por el tul, la organza y el ante que toma forma en tres dimensiones sobre el pecho.
La paleta de colores no varía: predominó el blanco en casi toda la colección, con algún detalle en rojo o beige, así como el negro que protagonizó igualmente algunos diseños.

EFE.

martes, 26 de enero de 2016

Schiaparelli y Christian Dior atraen a las celebrities para la Alta Costura


(Una modelo luce una creación de la coleccion Primavera/Verano 2016 de la firma Dior. EFE)

por María D. Valderrama

Dos de los grandes clásicos de la costura francesa, Schiaparelli y Christian Dior, presentaron sus colecciones de Alta Costura para la próxima temporada primavera-verano, atrayendo a actrices y "celebrities" como Carla Bruni, Olivia Palermo o Naty Abascal.
Schiaparelli abrió la jornada de desfiles en una lujosa sala del Hôtel d'Evreux, en la Plaza de la Vendôme (París), famosa por sus tiendas de alta joyería.
En una sala decorada con platos de porcelana y enmoquetada en dibujos de aires surrealistas, un centenar de invitados disfrutaron de las propuestas de la firma, que desfila únicamente en Alta Costura.
Más que una colección de moda, el desfile fue una cena exquisita en homenaje a uno de los grandes placeres que gustaba disfrutar la creadora Elsa Schiaparelli: la gastronomía.
"Comer no es simplemente un placer material. Comer bien aporta un sentido a la vida y contribuye inmensamente a la buena voluntad y a la felicidad. Es muy importante para la moral", decía la creadora italiana en 1954.
Esta frase inspiró al diseñador de Bertrand Guyon, nombrado director de estilismo de la firma el pasado mes de abril de 2015, para jugar con los productos de la mesa en telas y accesorios: vestidos largos de cola impregnados con langostas, legumbres y frutas.
Al caminar, las modelos hacían sonar las faldas de sus vestidos, realizadas en lino, semejando una brisa de cáñamo.
Schiaparelli apostó por tejidos naturales que parecían ser una parte más del cuerpo femenino, dejando ver mediante transparencias o finas cuerdas el torso y remarcando el contorno de las piernas.

(Una modelo presenta una creación de la colección Primavera/Verano 2016 del diseñador galo Bertrand Guyon para Schiaparelli. EFE).

La firma reflejó su "savoir faire" en bordados pintados en oro y crochet en hilos de seda.
Los accesorios fueron llamativos, por su originalidad, pero discretos en tamaño, especialmente broches en forma de corazones atravesados por gambas o candados alados montados sobre cáscaras de huevo; los zapatos, T-Bar, se llenaron de guisantes.
La actriz Kate Bosworth, la ex modelo Carla Bruni, la "it girl" Olivia Palermo o el diseñador Christian Louboutin fueron algunos de los invitados que acudieron a este desfile, uno de los más esperados durante las jornadas de Alta Costura.
Como no podía ser de otra manera, el desfile que Christian Dior preparó para la presentación de la colección primavera-verano 2016 de Alta Costura, fue un espectáculo por todo lo alto.
Una sala de espejos instalada expresamente por la "maison" en los jardines del museo del escultor francés fue la escena escogida para este desfile que se celebró en un contexto especial pues, por el momento, la firma no cuenta un diseñador.
Fue el equipo de diseño de la marca el encargado de llevar a cabo la colección después de que el belga Raf Simons dejara la casa el pasado octubre al no llegar a un acuerdo para la renovación del contrato.
El equipo demostró sin embargo ser el auténtico corazón de Christian Dior, quien mejor conoce su obra y legado, al presentar una colección que mezcla naturalidad y elegancia a partes iguales.
Dior dedicó su desfile a las parisinas, famosas por su estilo espontáneo y relajado, con un tremendo sentido de lo que significa la costura pero con gran habilidad para lucirlo de forma moderna.
Sobre la pasarela, jerséis de lana combinados con faldas brocadas en lana y crêpé de seda.
Los abrigos vestirán los días fríos de verano, en color azul noche en sencillos diseños que recuperan el famoso "new look" del creador, o cargados de incrustaciones en color mostaza.
Los vestidos se llevarán muy escotados, ya sea con la espalda descubierta, con los hombros al aire en pronunciados escotes de barco o bien mediante transparencias.
El traje femenino se modernizó en esta colección mediante detalles brillantes cosidos en el pecho y un pequeño volante "péplum" en los laterales de la chaqueta.
Las formas se mantuvieron en las marcadas cinturas y delicados volúmenes que caracterizan la firma, añadiendo esta vez camisetas de malla por debajo de algunos diseños, un toque urbano para modernizar prendas clásicas.
El equipo de Dior, que siempre guarda un guiño a las aficiones de su creador, añadió esta vez amuletos de la suerte ya sea en accesorios o bordados sobre las propias prendas como recuerdo del carácter supersticioso del diseñador.
Entre las invitadas de la marca, la ex modelo Naty Abascal que vistió un abrigo en tweed de lana verde y ocre de la colección otoño-invierno 2015-2016 de Dior por Raf Simons.

EFE.

miércoles, 20 de enero de 2016

El dónut de oro, la última excentricidad culinaria de Nueva York

por Emili Serra

Primero llegó la fiebre por los "cupcakes", luego nos presentaron una mezcla entre cruasán y dónut bautizada como "cronut", y ahora, la última moda culinaria traída desde Estados Unidos es una rosquilla bañada en oro y champán por el módico precio de 100 dólares la unidad.
Cuando el chef Bjorn DelaCruz, del restaurante neoyorquino Manila Social Club, en el distrito de Brooklyn, añadió a su carta de postres esta exclusiva joya comestible sabía que el invento iba a causar bastante revuelo.
"La gente dice que esto es solo un truco publicitario. Yo me pregunto si es que los que critican nunca han querido regalar algo especial a nadie", defiende el chef filipino, de 32 años, en una entrevista con la revista Forbes.
Tras darse a conocer en el periódico The New York Times a finales de 2015, DelaCruz presentó su reluciente bollo al blog culinario "First We Feast". Desde entonces, es una de las sensaciones de Internet y ha recibido tanto reproches como aplausos por parte de aquellos que han podido probarlo.
El gurú culinario de la New York Magazine, Adam Platt, no tardó en admitir que el dónut es "sorprendentemente delicioso", aunque aseguró que no pagaría los 100 dólares que cuesta la rosquilla barnizada con champagne y repleta de una cremosa mermelada morada en su interior.
"Reconozco que es un manjar interesante, pero no mandaría nadie corriendo a comprar uno de ellos", dijo Platt en su reseña.
El particular bollo solo está disponible los viernes, y puede recogerse en el mismo restaurante o pedirlo a domicilio y que el mismo DelaCruz lo traiga a casa. "Una persona adinerada de Texas nos pidió que le enviáramos un par de docenas, pero le tuvimos que decir que no", explica el chef, "el dónut no iba a volar en un avión".
Aun así, el cocinero filipino cuenta que cada semana agotan las existencias. Y es que más allá de venderlos por unidades, el famoso panecillo ha recibido tal cantidad de publicidad mediática que entre la comunidad sibarita de abultada cartera ya hay quien los pide por docenas.
La ventaja de pedirlos de doce en doce, aparte de su detallado envoltorio, es que hay un pequeño descuento en el precio.
Esta no es la única excentricidad culinaria que Nueva York ha ofrecido recientemente. Hace un par de años, la panadería Dominique Ansel Bakery sorprendió a todos con una mezcla entre cruasán y donut: el "cronut".
La sabrosa y exitosa mezcla, a un precio mucho más accesible (cinco dólares la unidad), salió de los hornos de esta pastelería del Soho de Nueva York en 2013 y desde entonces tuvo tal repercusión que se ha exhibido en algunos de los foros gastronómicos y concursos de repostería más importantes.
Especializada en poner de moda cualquier tipo de producto, la gastronomía de la Gran Manzana también ha destacado últimamente por otro tipo de apuestas curiosas como la de WastED, un colectivo de chefs comprometidos con la idea de reducir los desperdicios de la hostelería.
Así, sirven platos de alta cocina a base de productos ignorados o desperdiciados por otros restaurantes. Es decir, las sobras.
El portal web del grupo presume de haber producido ya 10.000 platos en los que se utilizaron centenares de ingredientes "feos" que otros restaurantes descartarían, pero siempre "con un aspecto delicioso".
Lo que está claro es que ya sean dónuts recubiertos de oro, champán y mermelada o cruasáns con forma de rosquilla, como recuerda el innovador chef filipino "al principio todos comemos con los ojos".

EFE.

sábado, 2 de enero de 2016

Los mejores libros para saborear y regalar

por Pilar Salas

2015 fue muy prolífico en libros gastronómicos, desde las grandes obras de autor como la del mexicano Enrique Olvera o la que recoge la historia de Casa Gerardo, a recetarios como "Perú", de Gastón Acurio, pasando por reediciones imprescindibles como la del "Larousse Gastronomique" en español.
El mejor restaurante del mundo mereció dos libros, editados por Librooks: "El Celler de Can Roca: generando valor en empresas de servicios", en el que Carles Cabrera aborda el modelo de negocio de los hermanos Roca; y la reedición, en un formato más manejable, de "El Celler de Can Roca", en el que sus protagonistas muestran lo que hacen, cómo y por qué.
Se presentaron obras de grandes cocineros: Massimo Bottura, con tres estrellas Michelin en Osteria Francescana (Módena, Italia), publicó con Phaidon "Nunca confíes en un chef italiano delgado", mezcla de su trayectoria y sus recetas emblemáticas; y la misma editorial eligió Enrique Olvera para su primer libro, "México de adentro hacia afuera", un recetario consagrado a su cocina en Pujol (Ciudad de México) y a la de su país.
También debutó en la publicación Paco Pérez, que suma cinco estrellas Michelin y que repasa en "Miramar" (Montagud Editores), los 75 años de un local que transformó de chiringuito de playa en uno de los mayores exponentes de vanguardia culinaria.
Montagud llevó a papel con "50 pasos" otro restaurante con historia, la construida por seis generaciones en Casa Gerardo (Asturias, norte de España), hoy con una estrella Michelin y toda una institución culinaria con Pedro y Marcos Morán al frente, y "Caldos. El código del sabor", imprescindible para quienes quieran mejorar sus técnicas culinarias gracias al trabajo del valenciano Ricard Camarena.
También se publicaron delicias como "México. Gastronomía" (Phaidon), una compilación de más de 700 recetas, ingredientes y utensilios; "Perú" (Phaidon), donde Gastón Acurio presenta la variada gastronomía de su país a través de 500 recetas; "Tokio. Las recetas de culto" (Lunwerg), para disfrutar de auténticos platos nipones, y "Jerusalén" (Salamandra), con elaboraciones de Yotam Ottolenghi y Sami Tamimi.
Si lo que le interesa es comer bien sin cocinar, "Where chefs eat" (Donde comen los chefs) (Phaidon), recoge las recomendaciones de 630 grandes cocineros en 70 países. Otros, como "El chef en casa" (Planeta), de Magda Carlas, e "Indise Chef's Fridges, Europe" (Taschen), de Carrie Solomon y Adrian Moore, adentran al lector en despensas, neveras y menús semanales de afamados chefs.
Pero si adonde quiere adentrarse es en el complejo mundo de la gastronomía, lo suyo es "Larousse Gastronomique" en español, la tercera edición revisada y enriquecida con 7.000 fotos de una obra clave en este campo, con 2.500 recetas, 4.200 artículos sobre productos, técnicas y denominaciones de origen, y biografías de cocineros.
Dado que no solo ellos construyeron la historia de la gastronomía, Almudena Villegas publicó "Grandes maestros de la historia de la gastronomía" (Almuzara), un recomendable volumen que recorre las biografías de personalidades que han destacado a lo largo de los siglos por sus aportaciones a este ámbito.
Y, tras reconquistar las barras, el vermú ha llegado a las librerías con "Teoría y práctica del vermut" (Now Boocks), en el que Josep Sucarrats, Miquel Àngel Vaquer y Sergi Martín exploran con sentido del humor su historia y el auge actual, y "El gran libro del vermut" (Ediciones B), un compendio más sesudo de François Monti.
Otras obras temáticas interesantes son "El gran libro de los cereales, semillas y legumbres", para recuperar lo que fuese parte fundamental de nuestra dieta; "Fish", para comer pescado con conciencia ecológica, y "Crudo", sobre carpaccios, tartares, ceviches y otras preparaciones que no requieren fuego, todos de Lunwerg.
Los menos avezados en los fogones pueden recurrir a "Gusto" (Lunwerg), donde Laura Rowe recoge en infografías todo lo que hay que saber sobre los alimentos, y "Qué cocinar y cómo cocinarlo" (Phaidon), con recetas "a prueba de torpes" de Jane Hornb. Karlos Arguiñano regresa además con "A mi manera" (Planeta), con las recetas fundamentales de la cocina regional española.
Los mitómanos y cinéfilos se deleitarán con "Audrey en casa" (Cúpula), en el que Luca Dotti, hijo de la Hepburn, presenta a su madre a través de la cocina.
Y para los preocupados por la buena alimentación, Miguel Ángel Almodóvar desvela todos los secretos de "La dieta simbiótica" (Oberon), compuesta por alimentos probióticos (organismos vivos como el yogur) y prebióticos (que producen efectos beneficiosos en las bacterias intestinales) para mantener en forma el ecosistema intestinal, nuestro "segundo cerebro".

EFE.