martes, 29 de septiembre de 2015

La Moda de Milán se despidió bañada en el color rojo de Giorgio Armani

La Semana de la Moda de Milán dijo adiós bañada en el color rojo de Giorgio Armani, pero también iluminada por el binomio blanco y negro de la firma Fátima Val.
Elegancia chic y feminidad fueron los aspectos fundamentales que protagonizaron la colección elegida por Giorgio Armani para vestir a la mujer la próxima temporada primavera/verano 2016 y presentada en Milán.
A los críticos, amantes de la moda, diseñadores y periodistas les propuso una clara apuesta para el próximo año: un guardarropa femenino en el que el rojo es el auténtico dueño.
En su colección de prendas, se dejaron ver jerséis de lana fina y rayas horizontales en colores blanco y rojo, vestidos de tirantes, en color blanco y círculos rojos, y también vestidos de mangas largas y abiertas, y con cortes asimétricos.
Pero el rojo también sirvió para ser lucido en los complementos, por ejemplo, en pamelas de gran tamaño o en bolsos de cuero, de asas cortas y de cierre en cremallera.
Como calzado, Giorgio Armani apostó por los zapatos cerrados hasta el empeine, abrochados a la altura de los tobillos, de punta en pico y con tacón, y por los zapatos planos de estética masculina.
En cuanto a tejidos, el diseñador italiano huyó de los tejidos tradicionales y sugirió un conjunto de prendas suaves y vaporosas, para vestir a una mujer cómoda y que, en ocasiones, se atreve a llevar ligeras transparencias.
Junto con Armani, la firma Fátima Val también presentó su colección y puso el broche final a este escaparate milanés de tendencias.
Lo hizo con una idea infalible y elegante: la combinación del blanco y el negro.
Así, monos sin mangas y largos hasta los pies, en color blanco, se vistieron con chalecos largos en negro; mientras que las camisas negras con cuello barco y sin mangas se llevaron sobre pantalones anchos y de tonos blancos.
En el desfile de Fátima Val también se pudieron ver diseños en cuero y piel, como vestidos negros, abotonados y con el corte por la mitad del muslo.
En los pies, optó por las sandalias de tiras y planas; mientras que como complementos defendió el uso de bolsos en piel negro y de guantes altos, también en color negro.
La Semana de la Moda de Milán concluyó después de ofrecer a los asistentes durante seis jornadas 70 desfiles, 105 presentaciones y 26 eventos.
Esta edición contó con un calendario potente, que abrió Gucci y por el que pasaron marcas consagradas como Prada, Versace, Fenci, Missoni, Salvatore Ferragamo, Moschino o Emporio Armani.

domingo, 27 de septiembre de 2015

Aprender a cocinar en los fogones de un palacio a las afueras de París

A mediados del siglo XIX, la pudiente familia Rothschild ordenó construir a las afueras de París el "château" de Ferrières, un palacio que tras 150 años de anécdotas que salpican a Bismarck, los nazis o Dalí, renace ahora como escuela de gastronomía, hostelería y lujo "a la francesa".
"Desde mi despacho se ve el palacio. Mi gran sueño era recuperarlo. Pueden imaginarse hasta qué punto es triste ver morirse vacío un lugar que ha visto nacer a una familia tan grande, que ha albergado a tantas personalidades", explica a EFE Jalil Jater, presidente del grupo hostelero de alta gama Accelis, un franco-libanés, que llegó a Francia huyendo de la guerra del Líbano.
El empresario con sede en Marne-la-Vallée, a escasos 10 kilómetros de Disneyland París, es el fundador de una escuela-palacio que empieza su primer curso de vida con una promoción de 35 alumnos y que espera alcanzar las 1.500 matrículas en los próximos años.
Esa imponente edificación neorrenacentista rodeada de jardines y un estanque está incrustada en un bosque de 3.000 hectáreas y quiere competir con prestigiosos centros de formación como la escuela gastronómica Ferrandi de París o el Instituto Paul Bocuse de Gestión Hotelera de Lyon.
Según Jater, la idea surgió cuando hace ya 20 años descubrió que tenía "problemas para contratar a jóvenes diplomados en hostelería en Francia", y se reforzó al constatar que muchos jóvenes galos decidían formarse en la vecina Suiza: el 26% de los estudiantes del reputado colegio de hostelería de Lausanne son franceses.
"Nos dimos cuenta de que cada escuela tiene una especialidad, pero rara vez se asociaba hostelería y gastronomía", agrega el fundador y presidente del centro mientras pasea por las instalaciones.
El centro cuenta con 1.500 m2 de cocinas, 12 salas lectivas en entre 12 y 48 plazas, 400 m2 de bodegas, 2.000 m2 de espacios dedicados a la organización de eventos, una escuela enológica, un huerto de una hectárea y otra hectárea de viñedos. En 2016 comenzarán a construir un campus con capacidad para 1.600 alumnos.
"Salen con la expectativa de ganar 2.500 euros netos al mes", precisan desde la dirección de la Escuela Ferrières, que se dotó de un presupuesto global de 25 millones de euros para inversiones y cuenta con el experto gastronómico y ex presidente de la Universidad de la Sorbona Jean-Robert Pitte como estandarte de honor.
Más allá del programa académico, gran parte del atractivo de la escuela reside en que se encuentre en un "château" cargado de historia.
Encargado por Jean de Rotschild al arquitecto británico Joseph Badson, el palacio vio la luz en 1855 con todas las novedades tecnológicas de la época, como calefacción central o agua caliente en todas las bañeras.
Se convirtió en salón de festejos de la alta sociedad y también en escenario de acuerdos políticos, como la reunión en 1870 que el canciller Otto von Bismarck mantuvo con un ministro de Napoleón III con vistas a la conversión prusiana de Alsacia y Lorena.
En 1940, el palacio fue ocupado por los nazis y la familia Rotschild, que recuperó la propiedad en 1957, decidió condenar la parte del edificio habitado por los alemanes, que se ha vuelto a abrir para el proyecto educativo.
Se recuerda también la fiesta surrealista con Dalí entre los invitados que allí se ofreció en 1971 para celebrar el 100 aniversario del nacimiento del escritor Marcel Proust, antes de que sus propietarios donaran el "château" a la alcaldía.
Esta, a su vez, cedió su gestión a la Escuela de Ferrières, asociada con cadenas de hoteles como Radisson, Four Seasons, The Peninsula o Relais & Chateau y marcas de lujo como Cartier o Artcurial.
"Muchos de nuestros grandes chefs empezaron a trabajar con 15 años y tardaron 30 en llegar a lo alto. La siguiente generación será diferente", augura el fundador de la Escuela Ferrières.

Javier Albisu - EFE.

domingo, 20 de septiembre de 2015

El "social dining" o comer en casas ajenas, la nueva moda nacida en Francia

¿Alguna vez ha sentido curiosidad por probar lo que está cocinando su vecino, tras percibir el aroma desde el portal? Algo parecido a eso es lo que ofrecen páginas en internet que ponen en contacto a personas que dan de comer en sus casas con todo aquel que se interese.
El fenómeno conocido como "social dining", muy popular en Francia, va más allá, dicen, de cocinar un menú a los huéspedes: se trata de un intercambio cultural, socializar y charlar amigablemente conociendo de primera mano a los lugareños de las ciudades en las que se encuentran, que supone la parte más ligada al turismo.
Se trata también de una alternativa a la crisis, la llamada "economía colaborativa" tiene cada vez más éxito en muchos sectores: los transportes con Blablacar o la polémica Uber, los guías turísticos, con ideas como "Freetours" o el sector hotelero con la popular Airbnb.
Las plataformas ligadas a la gastronomía como voulezvousdiner.com o VizEat, líder en el sector, son en su mayoría de origen francés y es en este país donde más éxito tienen, pero poco a poco se van abriendo paso en otros países.
VizEat, que comenzó su andadura en 2014, opera actualmente en 60 países, tiene 40.000 inscriptos y 3.000 "anfitriones" en todo el mundo, según contó a la agencia EFE su responsable para el mundo hispano, Jocelyne Massicot.
El funcionamiento es sencillo, cualquier usuario puede hacerse una ficha gratuita con sus datos en la página y acceder a los ofertantes de menús caseros. En cuanto a recomendaciones, funciona de manera similar a páginas del estilo de "ebay" en el que los consumidores escriben comentarios sobre sus experiencias.
VizEat también integra un equipo responsable de velar por la seguridad de los usuarios que se inscriben examinando sus fichas, además de un seguro que da cobertura a cualquier incidencia que se produzca entre los participantes.
Los precios de las comidas son fijados por el ofertante, aunque se puede llegar a acuerdos con el huésped, incluso, sobre el menú.
El beneficio para la página viene dado por las comisiones de un 15%, en este caso, que se cobran a los usuarios, al estilo de las citadas Blablacar o Airbnb.
La creación de este proyecto -que actualmente está traducido al inglés, francés, italiano y español- fue idea de dos franceses que tras sus viajes por Perú y por China descubrieron la experiencia de compartir, "fue como una inspiración para ellos", detalló Massicot.
Otra plataforma de corte similar es Voulezvousdiner, creada en 2010, que funciona actualmente en treinta países.
Una de sus participantes, que ofrece su menú a los usuarios interesados, es Emilie Sabathe, una parisina que abre su casa de Montmartre y por un precio medio de 25 euros proporciona dos platos, bebida y postre a los huéspedes: "Una cantidad más que acsesible teniendo en cuenta el coste de los menús de los restaurantes de París", según ella misma resalta.
Sabathe explica a EFE que a veces acuerda con sus "invitados" los ingredientes o platos que cocina, aunque dice que su especialidad es la gastronomía tradicional francesa.
Esta apasionada de la cocina, como ella se define, recibe a unos cuatro o cinco huéspedes una vez al mes y recalca que la gente como ella que decide abrir su casa "no proporciona solo la comida, sino que ofrece compartir una velada agradable intercambiando intereses culturales y conversación".
Este nuevo modelo de "economía participativa" abre un debate sobre la necesidad de regular esta práctica económica para algunos de dudosa legalidad.
El principal sindicato de hosteleros de Francia, la Union de Métiers et des Industries de l 'Hotellerie (UMIH), se queja de la falta de regulación fiscal y de la ausencia de garantías en cuestiones como la higiene.
"Hemos enviado ya hace dos años una queja al Gobierno de Francia y aun no tenemos respuesta sobre este asunto" declaró su presidente François Galabert.
En respuesta a esas críticas muchos representantes y usuarios de las plataformas de "social dining" insisten en que el concepto ofrece mucho más que ir a comer, que no se sienten como competencia directa de los restaurantes y que se trata de una manera libre y alternativa de disfrutar de la gastronomía que no va contra la ley.
Los países donde el concepto tiene más éxito son Francia, Estados Unidos, Italia y España, donde se van abriendo paso sobre todo en las principales ciudades.

Lucía Menéndez - EFE.

jueves, 10 de septiembre de 2015

Vinos pontificios

Cuentan los autores griegos y romanos que los dioses bebían néctar; parece que no debemos confundir ese néctar con el que alimenta a los colibríes o liban las abejas, sino que se trataría de vino, de un tipo de vino, escanciado en las copas de los moradores del Olimpo por coperos (hoy diríamos sommeliers) como el bello Ganimedes.
En todo caso, en nuestros días, cuando queremos alabar un vino decimos que "es néctar de dioses". También hablamos de "vino digno de un rey". Entonces, ¿por qué no digno de un papa? No usamos esa comparación; nos quedamos en el escalón inmediatamente inferior y de algo exquisito decimos que es "boccato di cardinale".
"Boccato di cardinale": magnífico ejemplo de lo que yo llamo "itañol", porque la expresión no existe en italiano, lengua en la que bocado no es "boccato", sino "boccone". Pero se lo adjudicamos a los cardenales; Julio Camba, en los años 30, decía en "La Casa de Lúculo" que no se hablaba de "bocado de papa" porque al solio pontificio solían llegar personas de edad, para las que lo más adecuado era eso de "sopitas y buen vino".
Buen vino, entonces. ¿Qué vinos son papales? Para empezar, los que se producen en territorio pontificio, es decir, en los Castelli Romani, grupo de municipios próximos a Roma, entre los que se hallan Castel Gandolfo, en el que los papas tienen su residencia veraniega, y otros que suenan por sus vinos, como Albano o Frascati. Vinos blancos, elaborados con varias uvas, especialmente de la variedad malvasía, de alguna de las malvasías mediterráneas.
Pero hay otro vino que asociamos al Papado: el Châteauneuf du Pape, del valle del Ródano, al sur de Francia. Un vino con historia, que se remonta a los tiempos (siglo XIV) del llamado "cisma de Occidente", cuando, a consecuencia de la situación en Roma y problemas con los reyes de Francia, la sede pontificia se trasladó a Aviñón, en las riberas del Ródano, que entonces no pertenecía a la corona francesa sino a la de Sicilia.
Bien, uno de los papas de Aviñón fue el entonces arzobispo de Burdeos, Bertrand de Goth, conocido como Clemente V. Tenía viñedos en Burdeos, cuyos vinos eran muy de su agrado. De hecho, todavía hoy hay un "grand cru", justamente llamado Château Pape Clément, en el municipio de Pessac, elaborado con uvas de un pago que perteneció a nuestro personaje.
Uno de sus sucesores, Clemente VI, inició la construcción de un nuevo palacio o castillo papal, el "castillo nuevo del papa", Châteaun Neuf du Pape. Fue terminado por Juan XXII, papa que aparece en "El nombre de la Rosa", de Umberto Eco.
Finalmente, y después de provocar la eliminación de la orden templaria, entre otras cosas, el papado regresó a Roma, aunque a los cardenales les costó aceptar el regreso. Petrarca, que vivió su idilio con madonna Laura en Aviñón, explicaba al papa Urbano V, por carta, que los cardenales sabían que "en Roma, los vinos de Provenza son más escasos que el agua bendita".
Vinos de Provenza, vinos del Ródano. A diferencia de los Hermitage o Côtes Rôties, que se elaboran con las variedades tintas Syrah (o Shiraz) y Grénache (Garnacha), los tintos del Châteauneuf du Pape pueden ser resultado de la combinación de hasta trece variedades, entre blancas y tintas; de todos modos, hoy se tiende a que la Syrah y la Garnacha sean abrumadoramente mayoritarias.
Así que tenemos vinos de dominios papales, actuales y del pasado. Pero yo creo que, al final, el actual papa, Francisco, se mantendrá fiel, si su austeridad se lo permite, a los excelentes vinos de Malbec mendocinos, los vinos más representativos del viñedo argentino. Y es que la tierra, el vino de la tierra, tira muchísimo aunque se esté en el Vaticano.

Caius Apicius - EFE