Los sabores de las uvas exóticas y los suelos de diferentes climas transformaron el paladar de los brasileños, que dejaron un poco el vino de estilo suave para dejarse llevar por los acentuados sabores de los vinos chilenos y argentinos, al mismo tiempo que se encantan con el tánico español.
Con una intensificación en la promoción y degustaciones en ciudades brasileñas como San Pablo, la mezcla de sabores de uvas ha surtido efecto: "Brasil es el mercado más importante para nosotros", enfatizó el jefe de Promoción de vinos españoles, Antonio Correas.
Entre los vecinos Argentina, Chile y Uruguay, algunas bodegas familiares ganan espacio en los restaurantes y hogares de las tierras tropicales de Brasil.
Algunas apuestas en nuevas cosechas y tipos como el Pino Noir, típicamente francés pero con su estilo sureño, fueron bien recibidas por el paladar de los brasileños.
Un poco más despacio, pero firme, Uruguay también agregó opciones al mercado con la vinícola Deicos, que produce un vino con características parecidas a la de los europeos, pero a un costo mucho más barato.
"El paladar brasileño prefiere vinos más frutales, sabrosos y con precio bueno y en los últimos años, los vinos uruguayos y argentinos, por ejemplo, están ofreciendo cosechas de 22 meses en barrica de roble francés con veinte años de guarda", declaró a Efe Edimara Cruz, representante de importadores paulistas.
Brasil ha sido un mercado foco también para los productores españoles, que con notas ácidas y uvas exóticas conquistaron las mesas de toda la región sudeste (San Pablo, Río de Janeiro, Minas Gerais y Espírito Santo), el estado de Bahía y el Distrito Federal de Brasilia.
"Queremos promover uvas autóctonas, no globalizadas. Es la primera vez que hacemos un plan de promoción pionero por tantos meses, pues hasta ahora habían sido acciones aisladas. La idea es interactuar con eventos que estén en el calendario brasileño", explicó Correas sobre el programa adelantado por España.
El Festival de Vino Suramericano, a comienzos de octubre, y la promoción organizada por la agencia española de exportaciones e inversiones ICEX con degustación de diez tipos de vinos de 23 vinícolas, fueron algunas de las recientes estrategias de los productores iberoamericanos en San Pablo.
Brasil compró en 2013 un 6% de vinos españoles, un 7,54% más que en 2012, y, a su vez, España es la mayor superficie vinícola del mundo, con un consumo per cápita de 20 litros anuales.
"Queremos mostrar que esos vinos se dan muy bien con la comida de bar, los pastelitos y la parrillada. Uno de los objetivos es familiarizar esos vinos con las costumbres de los brasileños", indicó Correas, quien recordó que los vinos españoles están presentes desde hace muchos años en Brasil y ahora con mejor precio.
Una de las estrategias, detalló Correas, fue la "evolución en la producción española" con una cosecha "más joven", para dejar atrás el estereotipo de que los vinos españoles tenían "mucha carga de madera" y a pesar de ser "premiados" no ofrecían las "combinaciones gastronómicas" que tienen.
El mercado brasileño demanda vinos más "amenos, jóvenes y gastronómicos", lo que motivó los cambios del modelo productor español, que mantiene su característica "artesanal" y "exclusiva" con una reserva mínima de tres años, comentó a Efe el sommelier Arthur Azevedo.
El clima y diversidad de suelos hacen la diferencia de los vinos de regiones españolas como La Rioja, Navarra, Valencia y Andalucía.
Las uvas van más allá de la tradicional tempranillo, como la exótica garnacha de 1910, que da más color y tenor alcohólico, o la de Jerez para el vino blanco, diferente de las "cabernets blancs" argentinos y chilenos que dominan el mercado brasileño.
La jerez española se produce sólo en tres regiones de suelos blancos arcillosos, que se diferencia por ser "extremadamente seco, ácido, pero bien fresco", ilustró Azevedo.
Isadora Camargo - EFE.
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