El vino argentino, en particular el malbec, ha ganando mucho prestigio en los últimos años. Las etiquetas nacionales compiten cabeza a cabeza con los grandes jugadores del sector en las principales ferias internacionales de Europa, Estados Unidos y, últimamente, Asia. Por un lado se debe a la calidad de sus añejos viñedos, la calidad de sus cepas y el talento de algunos enólogos. Uno de ellos es Jorge Riccitelli, el principal responsable de los vinos de la Bodega Norton, una de las más tradicionales del país. Junto a Roberto de la Mota, José Galante y Daniel Pi, es uno de los principales referentes y hombre de consulta permanente. En 2012, la prestigiosa revista estadounidense “Wine Enthusiast” lo eligió “Winemaker of the Year”.
Nacido en Rivadavia (Mendoza), allá por 1949, dio sus primeros pasos en la bodega Gargantini, desde donde dio su primer gran paso como profesional al pasar a la salteña Etchart, hasta que en 1992 pegó la vuelta a tierra mendocina para sumarse a Norton.
Riccitelli, además, participó en elaboraciones de grandes vinos como enólogo invitado en bodegas como Marques de Griñon (España), Hess Collection (Napa Valley, California), Chateaux Le Bon Pasteur (Pommerol, Francia), Clos Du Bois (Valle de Alexander, California) y Massi (Valpolicella, Italia).
Hace unos días, invitado por la Corte de Catadores Marplatenses, Riccitelli estuvo en Mar del Plata para ofrecer una degustación de los mejores vinos de la bodega y antes charló con LA CAPITAL.
– ¿Cómo ve la actualidad de la vitinicultura en Argentina?
– Viniendo de un año un poco difícil. No obstante, la mayoría de las bodegas cerraron los balances un poco positivos. En el caso puntual de Norton, cerramos el último balance con muy buenos números.
– Los números no tan buenos tienen que ver con la caída de las ventas en el exterior o la caída del consumo interno…
– Nosotros tenemos operaciones en los dos mercados, cincuenta por ciento de las ventas en el mercado interno y cincuenta por ciento en el mercado de exportación, lo que nos hace bastante fuertes. Por ahí aflojamos en uno pero nos hacemos fuertes en el otro. Hemos crecido en 2013 un diez por ciento en el exterior y un tres por ciento en el mercado interno, y muy pocos han podido mostrar esos balances.
– ¿A qué mercados externos están apuntando o a qué tipo de público?
– Apuntamos a la calidad, siempre. En el exterior somos líderes con el Malbec Reserva, como en Estados Unidos. En exportaciones, Norton está en el cuarto lugar siendo una sola bodega y teniendo que pelear con los grandes grupos. Y en el mercado interno estamos entre los principales cinco jugadores. A lo que apuntamos es a tener un producto en cada una de las líneas del mercado. O sea, que el que pueda gastar 20 pesos compre un vino de la bodega, lo mismo para el que pueda pagar 500. Es un poco la filosofía de la bodega.
– En líneas generales ¿a qué mercado cree que debería apuntar el vino argentino? ¿Europa, Estados Unidos, Asia?
– Europa está un poco caído, además de ser un muy buen productor de vinos. El fuerte de la venta de vinos argentinos pasa por Estados Unidos. Sobre todo el malbec, donde dimos un poco en la tecla. Aunque ahora todos estamos mirando a Asia, ese gran monstruo, que esperemos que si alguna vez termina de despertarse tome mucho vino.
– ¿Llegar a esos mercados obligará a los productores argentinos a buscar adaptar los vinos al gusto del consumidor?
– No, el buen vino se consume en todos lados igual. No conozco, por ejemplo, que Château Pétrus (NdR: un vino tinto de la región de Pomerol dentro de Burdeos, Francia, y uno de los más apreciados y caros del mundo) haga un vino para Argentina, uno para Asia y otro para Estados Unidos. Hace el mismo vino para todos los mercados. Nosotros queremos hacer un Pétrus.
– ¿Qué puede decir del momento que vive el malbec?
– Qué te puedo decir que no te hayan dicho… El malbec es la bandera nuestra, si renunciamos a la bandera estamos perdidos. Muchos dicen que tiene un tope ya el malbec y para mí no, si recién conquistamos al diez por ciento del público consumidor, ni siquiera lo conocen. Tenemos mucho para crecer con el malbec. Su dulzura, su calidad de taninos, su color, su forma fácil de tomarlo, lo hacen un vino apetecible. Por eso llegó fácilmente al estadounidense, sobre todo.
Hoy estamos desarrollando otras cepas para acompañar al malbec para tener un mejor portfolio para la venta, como el cabernet franc, el cabernet sauvignon, el chardonnay, los blends. Los blends argentinos siempre han sido de alta gama.
– En estos momentos ¿a cuáles ve como las regiones más fuertes en el país?
– Mendoza sigue siendo la capital del vino. Las mejores regiones son las que están pegadas a la cordillera, el valle de San Juan, Cafayate, el valle de La Rioja y Mendoza. Y dentro de Mendoza tenemos las tradicionales, las lindas, con viñas viejas, como Luján de Cuyo y Maipú, y lo novedoso que es el Valle de Uco.
– ¿Qué me puede decir de las nuevas regiones argentinas como Tucumán, el sur de la Patagonia o la provincia de Buenos Aires y puntualmente Chapadmalal?
– Trabajé durante 14 años en Cafayate y ya estaban desarrollando proyectos en Tucumán. Creo que tienen salida por el lado del torrontés y algunos tintos pero al lado de las montañas. Con respecto a los ahora llamados vinos del mar, hay que esperarlos y ver qué sale. La lógica es que salgan bien. Los grandes hacedores del mundo están pegados al mar y esto no tiene porque ser la excepción.
– Más allá de la calidad de cepas ¿Argentina cuenta con la cantidad necesaria de grandes hacedores de vinos como para tratar de estar al mismo nivel que Francia, España o Italia?
– Creemos que sí, que estamos preparados. Hay un grupo de gente en las principales bodegas que están permanentemente viajando, pero tenemos que seguir aprendiendo. Algunos ya no somos jóvenes pero seguimos aprendiendo, tenemos asesores. Por ejemplo, en Norton tenemos un asesor de Estados Unidos para hacer cabernet sauvignon.
– ¿Cuánto falta para que los vinos argentinos lleguen al nivel de un Grand Cru y que eso sea una constante y no excepciones?
– Los puntajes de las revistas especializadas nos están apoyando mucho en ese sentido. Ya tenemos un malbec con 100 puntos. Otros con 97, 98 y se está haciendo normal. Creo que estamos en el camino. Igual falta tiempo. A los grandes vinos hay que esperarlos. Necesitan tiempo.
– Para algunos críticos además de tiempo creen que los enólogos aún les falta ser un poco más jugados al momento de armar un vino, que, por ejemplo, se pueden hacer mejores cosas con el malbec…
– No creo que pase solo por armar el vino. Creo que trabajar en el viñedo, en el detalle es lo bueno. No armar tanto un vino, sino hacer hincapié en la tarea diaria en el viñedo.
– ¿A qué colegas admira por su trabajo?
– Daniel Pi, Roberto de la Mota, José Galante… Hay mucha gente. No me quiero olvidar de ninguno. Por eso digo que estamos preparados para enfrentar a los grandes jugadores del mercado mundial.
– ¿Y Matías Riccitelli (su hijo, hoy enólogo de Fabré Montmayou y con una serie de emprendimientos personales)?
– Va a ser un gran enólogo, pero por ahora está haciendo su camino. Está permanentemente viajando y capacitándose y eso es lo importante. Ahora, por ejemplo, se está yendo a Estados Unidos.
– ¿Cómo ve la moda de los espumantes, cuyo consumo ha tenido un gran crecimiento?
– El consumo ha crecido muchísimo, sobre todo en la noche porteña. Nosotros ya casi estamos en tres millones y media de botellas y eso es fantástico. Han crecido muchos los espumantes y vinos dulces. Esos son los vinos que ahora se están imponiendo, pero no hay que dejar de hacer los grandes vinos.
– Mencionó al cabernet franc o al cabernet sauvignon como cepas de gran potencial en Argentina, ahora ¿cómo ve la introducción y el crecimiento de otras cepas como pueden ser el verdejo, el albariño, la graciana, la trousseau, el corbec…?
– Hay y podría haber más. No te olvides que nuestra vitivinicultura es italiana y española, sobre todo. Había muchas cepas españolas e italianas pero por distintos motivos se fueron dejando. A mí me fascinan el verdejo, el albariño. Cada vez que tengo la suerte de andar por España son los vinos blancos que tomo. Estamos en el camino de hacer cosas importantes, pero creo que cada pueblo debe tener su vino y yo creo que el nuestro es el malbec.
– ¿Cuál fue su mejor vino, el que mejores recuerdos le trae?
– Te voy a decir un vino que no es el top de la bodega: el Malbec DOC. Lo presenté en el 94 y fue muy recibido.
Hugo Palavecino - hpalavecino@lacapitalmdq.com.ar
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