sábado, 28 de marzo de 2015

Pasión por el brunch dominical

La fórmula del brunch dominical ha ido tomando fuerza hasta convertirse hoy en una suerte de Babilonia de los placeres culinarios, con restaurantes que incluyen en sus refinados bufés toda suerte de platos calientes y fríos, de delicias y dulces caprichos, regados con champán y cócteles.
En Estados Unidos, esta tradición anglosajona que conjuga de forma contundente el desayuno ("breakfast") y la comida ("lunch") prolifera cada vez más, y se amplía y refuerza en ciudades de ocio y variada oferta gastronómica como Miami.
Este sugestivo festín cuenta en la conocida como "ciudad del sol" con una ventaja añadida: la de sus gratos patios al aire libre o terrazas frente al mar que distinguen a los buenos restaurantes y hoteles de la ciudad y la playa.
De manera que el benigno virus del brunch se ha propagado por los establecimientos de Miami con ofertas muy apetitosas.
Una explosión de bufés de la que no escapan tampoco los restaurantes de cocina francesa, como los conocidos Pascal's on Ponce y Brasserie Central, que el próximo cinco de abril ofrecerán un "Brunch de Pascua" al aire libre en el centro comercial The Village of Merrick Park.
Pero si alguno se puede catalogar de banquete pantagruélico es el brunch dominical del reconocido restaurante La Mar, del cocinero peruano Gastón Acurio, emplazado en el hotel Mandarín Oriental, con su apelación a una cocina tradicional de muchos quilates.
Más de medio centenar de alimentos, fríos y calientes, con minuciosa atención al detalle, componen el hipnótico "brunch" dominical que esmalta los mostradores del comedor, donde los comensales, de pie, sufren un primer momento de parálisis previo a decidir por dónde empezar a servirse.
El despliegue de platos en La Mar es toda una declaración de principios culinarios peruanos: en la estación de platos fríos, los sutiles y potentes ceviches ("clásico" y "nikei", con finas tiras de atún); una selección de causa ("cangrejo" y "escabeche", a base de cangrejo y pargo crujiente con patata, respectivamente); los tiraditos, los sushi rolls o las vieiras crudas.
"Es un brunch distinto al habitual de otros restaurantes. Nada de pancake. Este es algo especial, una celebración de lo más típico de la cocina peruana y La Mar", explica Diego Oka, quien comanda la cocina del establecimiento, con 24 cocineros y 4 reposteros a sus órdenes.
Oka, limeño de origen japonés, es un entusiasta de platos del "brunch" como el chupe de marisco y huevo pochado, el pastel de choclo y carne, el pescado frito entero con salsa de ají, las empanadas, los anticuchos o el sandwich de chicharrón con camote frito, dispuestos en el bufé caliente.
Tras la exquisita combinación de bufé caliente y frío, llega a todas las mesas el clásico arroz chaufa, frito, con salchicha china, pasta y verduras en un cuenco de piedra caliente donde el camarero casca un huevo y revuelve con el arroz.
Pero la magia de este "brunch" no acaba aquí. A continuación, el comensal elige un plato principal de la carta y, como corolario final, los golosos tienen a su disposición un surtido de dulces típicos peruanos y postres de chocolate en miniatura.
El "brunch" del hotel Biltmore, uno de los más veteranos de la ciudad, es también uno de los más suculentos, con una combinación de bufé salado y dulce que incluye los huevos a la benedictina con trufa y salsa holandesa, carnes a la parrilla, tapas, una selección de quesos y una veintena de ensaladas, además de un bufé de sushi, ceviche y marisco.
El "Sunday Jazz Brunch" del hotel Setai, de Miami Beach, da a escoger al cliente una serie de propuestas más creativas, como la pierna de cordero caramelizada con miel y jengibre, el pollo asado con trufa, además de camarones sobre lecho de hielo, ceviches y un monográfico de platos de impronta india.
La oferta se completa con un recital de flamenco jazz todos los domingos.
Situado en el emergente Design District de la ciudad, el restaurante Oak Tavern propone un "brunch" sin límite para degustar martinis de sandía (la especialidad de la casa) y otros cócteles como el Bloody Mary, para los despertares resacosos.

Emilio J. López - EFE.

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