lunes, 22 de junio de 2015

Moschino desmonta la simbología barroca

Moschino vuelve a su tierra natal, Italia, con una propuesta en la que, como no, derrocha humor e ironía, y un desfile en el que combina, juega y se ríe de la estética de la realeza más barroca, en contraste con los códigos deportivos de la Fórmula 1.
Acompañado por su musa inseparable, la cantante Katy Perry, el Andy Warhol de la moda convirtió de nuevo la pasarela en un ejercicio surrealista de iconografía pop y humor, que vestirán a su creciente número de seguidores la próxima temporada de primavera/verano 2016.
Un divertido homenaje a los trajes de los pilotos de Fórmula 1 inauguró la colección, con esculturales modelos ataviados con trajes ajustados, en tonos azul y blanco, repletos de anuncios, cadenas de oro tipo rapero y por casco, coronas de tamaño superlativo, que confería a la puesta en escena un componente de parodia.
Si no hay humor, no hay Jeremy Scott; el diseñador americano trasladó el desfile de Moschino a Italia, en un momento en que la decana firma italiana vuelve a disfrutar del esplendor que disfrutó con su fundador, Franco Moschino.
La clave, diseños cuanto más mediáticos mejor, uso abusivo del logo (el suyo propio y el de McDonalds o Bob Esponja) y el apoyo de estridentes it-girls como Katy Perry o Rihanna.
Scott (1974), el máximo responsable de la vuelta de la moda del logo, rebajó en cambio la presencia del emblema de la firma, y lo ha sustituido por colores chillones, rosa chicle, naranja metálico y colores neón, intercalado por algún que otro despistado encaje negro.
Tras su visionado del mundo de la Fórmula 1, tanto para hombre como para mujer, la irreverente visión del diseñador viró su propuesta hacia una serie de diseños más festivos y sofisticados, inspirados en la decadencia barroca de la corte francesa de Luis XVI.
Brocados en tonos pastel, encajes, seda y estolas de piel, recordaron con fina ironía al esplendor de las fiestas del Palacio Corsini (Florencia), el escenario renacentista que acogió el desfile, y cuyas paredes, cuajadas de frescos centenarios, asistieron atónitas a la propuesta de Moschino.
Para ellos, trajes de chaqueta pantalón, chalecos ajustados, chapines y pañuelos al cuellos, aderezo con algún que otro lunar, peluca francesa, y muchos polvos de talco; ellas, marcaron su sensualidad con sugerentes vestidos palabra de honor, colas rematadas en grades lazos, mirada lánguida y plumas en la cabeza.
Para rebajar tanta pompa regia, ensalzada por dorados, brillos de sedas y la suavidad de las plumas, Scott incorporó a los diseños para mujer, dibujos animados y tonos como rosa chicle, magenta, ácidos amarillos, fresas y azul eléctrico.
En el apartado de complementos, la propuesta deportiva salió ganando, con numerosas bolsos y mochilas para hombre en tonos primarios, con guantes y zapatillas de deporte a juego, un "déjà vu" de su etapa de diseñador en Adidas.
El desfile de Moschino es el broche de oro de la 88 edición de Pitti Uomo (Florencia), la feria mas importante de moda masculina de Italia, donde el uniforme es el traje sastre de corte italiano -como mucho pajarita, calcetines y pañuelo a juego- y al que el diseñador americano ha dado una lección de ironía y humor.

Celia Sierra - EFE.

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