Llegó el turno de los que no engañan a nadie: los estadounidenses Tommy Hilfiger y Michael Kors presentaron sus colecciones en la Semana de la Moda para hombre de Nueva York sin ocultar su vocación comercial ni reñir con algunas propuestas de lo más audaces.
Ambos forman parte de esos emporios textiles que, desde la mirada europea, alejan la Fashion Week de Nueva York de sus hermanas en Milán o París, que no son ni aspiran a ser expresiones artísticas más allá de un público que pueda llevar cualquiera de sus prendas sin hacer un ejercicio de osadía.
No obstante, siguiendo la línea de esta primera edición dedicada solo al hombre en Nueva York, ambos moderaron sus esfuerzos de producción al presentar sus respectivas colecciones.
En concreto, Hilfiger, que acostumbra a propulsar algunos de los desfiles más espectaculares de la edición en femenino, optó por un "showroom" en el que, con el título de "Flex", demostró cómo su marca puede quedar indeleble incluso en una apuesta por la flexibilidad.
Las diferentes interpretaciones de su espíritu siempre juvenil pero no rebelde, moderno pero sin duda conservador, se desplegaron en un escaparate viviente en el que los modelos parecían conversar entre sí de manera amigable. La idea de comunidad (o camaradería "chic") siempre está cosida a sus prendas.
La flexibilidad se refiere, por una parte, a esos trajes de oficina que, en cambio, permiten jugar al tenis o esos zapatos que permiten ir a navegar con el atuendo, por lo demás, de lo más clásico: blanco y con rayas azules. Deportes que apuntan a lo que Hilfiger transmite: clase media coqueteando con la elite.
Esa misma flexibilidad también se ve en la paleta de colores, pues aunque siempre puros, no falta casi ninguno: el blanco, el negro, el amarillo, el rojo, el verde y el azul. No hace falta diluirlos, pueden brillar junto a las sonrisas perfectas de esos prometedores estudiantes que viste Hilfiger.
El diseñador también se abre a las razas de un Estados Unidos plural, que alcanza la igualdad por arriba, no por abajo, dando aceptación a todo aquél que alcance el éxito, independientemente de su procedencia.
Éxito en forma de campera (cazadora) de ante o de gabardina de algodón, de chubasquero o de jersey de lana de punto grueso. Quizá de traje en tela vaquera o a rayas tipo avispa.
Con el pantalón corto siempre zapatilla o mocasín. Con el largo todo tipo de calzado. Y bajo el traje todas las opciones: polo, camisa o incluso jersey. La corbata, además, será informal y será de punto.
Básicamente, Tommy Hilfiger está dispuesto a darle a cada uno lo que desee, en la forma y en el color que mejor le siente. Que pruebe y que decida.
Por su parte, el "rey Midas" de la moda estadounidense, Michael Kors, partía con el reto en esta Semana de la Moda para hombres de renunciar a una de sus prendas mejor vendidas: el bolso. No es que no pueda ser masculino, pero optó por omitirlo.
A cambio, se entregó al "foulard", casi omnipresente y bastión de una sofisticación con la que su hombre de 2016 entra en un conflicto perezoso: sus trajes parecen colindar con un despertar de niño rico, con un pijama elegantísimo pero pijama al fin. De la misma manera que las gabardinas tienen ecos de amorosas batas. ¿Esforzarse? ¿Para qué?
Los modelos de Kors se hunden en sus ropas, que no destacan la figura, sino que le dan un abrazo suave, aterciopelado. De la misma manera que los colores no gritan, sino que susurran con un blanco, un hueso, un beige o un azul pastel.
Y, al igual que Calvin Klein Collection, el calzado queda reducido a su máxima expresión, la sandalia, aunque con ella Kors no hace experimentos y la ofrece tal cual se inventó: de piel y sin calcetines.
Finalmente, completó la jornada Richard Chai, que montó un desfile clásico en forma y fondo, combinando el look fresco pero multicapa (camiseta, chaqueta y cazadora en superposición de cortes y solapas), un toque brillante en sus camisas y pantalones o unas prendas invernales más tendentes al monocromo.
La sensación generalizada es que, respecto a su homóloga femenina, esta Fashion Week no ha sido ni tan siquiera una prima lejana, al menos en términos de despliegue y repercusión mediática.
Está por ver si, en cuestión de cifras de ventas y eco en el mercado ha compensado la iniciativa. Un factor que es difícil ver a simple vista pero que es, en realidad, el factor determinante para dar continuidad a la propuesta.
Mateo Sancho Cardiel - EFE.
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