sábado, 31 de octubre de 2015

Jaque mate en la moda parisina

 (Raf Simons. Foto: EFE)
El mundo de la moda cambia de paradigma en París: primero cayó el más joven, Alexander Wang, director creativo de Balenciaga, y después, casi a uno por semana durante octubre, se desvanecieron Raf Simons, de Dior, y Alber Elbaz, alma de la casa Lanvin.
La última Semana del "Prêt-à-porter" en la capital francesa no sirvió solo para establecer nuevos parámetros en el mundo de las tendencias, sino que fue a su vez la última muestra de tres nombres que ya han pasado a la historia de la moda.
El primer día de octubre desfilaron en la pasarela las creaciones del diseñador israelo-estadounidense Elbaz. Su salida se desconocía hasta el pasado miércoles, cuando la marca de lujo Lanvin anunció en un comunicado que no renovaría su contrato.
Pero, ¿por qué poner fin ahora a esta prolífica colaboración? El mismo Elbaz declaró en un comunicado que deja la casa "por decisión de su accionista mayoritario" y, según la revista especializada "Women's Wear Daily", la salida del creador de 54 años responde a un "desacuerdo" con la dirección.
Aunque se desconocen los motivos últimos de esta decisión, el modisto había aireado recientemente su frustración por el ritmo que marca la profesión.
                                                                 (Alber Elbaz. Foto: EFE)
Hace solo una semana ,declaró en la reunión anual de ejecutivos de moda que "los diseñadores comienzan con sueños, como costureros, y después se convierten en directores creativos y tienen que crear, pero, sobre todo, dirigir".
Y es que la alta costura alcanzó un ritmo vertiginoso en el que ya no solo se organiza un desfile millonario cada temporada, sino que se lanzan colecciones crucero y líneas de accesorios cada vez con más frecuencia.
"La industria del lujo está imitando el 'fast-fashion'" apuntó a EFE Abraham de Amézaga, conferenciante y experto en moda, y comparó la producción en masa de cadenas tipo Zara, H&M o Mango con la de marcas más exclusivas como Hermès o Louis Vuitton.
"¿Desde cuándo fue una industria? La moda de alta gama se hacía a mano y ahora se ha adaptado al mercado porque hay que vender más", añadió, antes de recordar que "la alta costura vive una saturación desde los años noventa, cuando se comienzan a crear más tiendas y se organizan más desfiles y presentaciones".
De Amézaga recordó también que recientemente se han cerrado "muchos establecimientos como Louis Vuitton en Barbados o en Bilbao, la franquicia de Hermès en Metz (Francia) o una decena de comercios de Cartier en China" y si este ritmo de producción no se reduce, "puede que se rompa la cuerda".
La deserción en Dior del belga Raf Simons el pasado 22 de octubre y el hecho de que la casa aún no haya anunciado un sustituto han hecho que se generen rumores que sitúan a Elbaz como un posible candidato para la marca.
"En el caso de Simons ha habido una saturación. Él tiene un espíritu flamenco, más relajado que quería aportar algo más a la 'maison' Dior", apuntó De Amézaga, también corresponsal en Europa para las ediciones de México y Latinoamérica de la revista Vogue.
E hizo un paralelismo entre la historia del creador guipuzcoano Cristóbal Balenciaga, quien en 1968 se retiró porque no quería asociarse con el "prêt-à-porter", y el caso del modisto de Neerpelt (Bélgica), quien dijo que "por razones personales" no renovaba su cargo.
El desfile parisino que cerraba una etapa de tres años de colaboración de Simons -que había sustituido a John Galliano- se celebró el 2 de octubre, mismo día en que otro grande se despedía de Balenciaga, el estadounidense Alexander Wang.
El consorcio de lujo Kering, al que pertenece Balenciaga, ya había anunciado en julio que no renovaría su contrato al frente de la dirección artística, aunque su marcha no se hizo efectiva hasta este mes.
Era de esperar que no fuera sencillo para el joven Wang, de 31 años, sustituir a Nicolas Ghesquière, uno de los "mesías" en el opulento mundo de la moda, quien estuvo al frente de la firma entre 1997 y 2012.
El diseñador se despidió con una colección integralmente concebida en blanco y cuatro días después la casa recibió a su sucesor, Demna Gvasalia, alemán de origen georgiano diplomado en la "Royal Academy of Fine Arts" de Amberes.

Ana González - EFE.

lunes, 19 de octubre de 2015

El Museo del Louvre explora los mitos fundadores

Los "Mitos fundadores: De Hércules a Darth Vader", de la prehistoria a la Grecia clásica, de la Biblia al inquietante 'lado oscuro de la fuerza' de George Lucas, protagonizan en el Louvre un nuevo espacio de exposición permanente que abrió sus puertas al público.
Es "La Petite Galerie du Louvre", cuyas salas ocupan 250 de los 70.000 m2 abiertos al público en el museo más visitado del mundo, al que acuden cada año más de nueve millones de personas.
Un lugar ideado para "educar", para dar las claves del arte e incitar a visitar las grandes pinacotecas del país "a un público de aficionados, familiar, infantil, a veces alejado del mundo del museo", dijo a EFE el presidente del Louvre, Jean-Luc Martínez.
La presencia de Darth Vader "no es artificial -explicó-, tiene su origen en una visita de George Lucas al museo, con quien desde hace tres generaciones hemos desarrollado y transmitido un repertorio, el de la epopeya de 'La Guerra de las Galaxias', muy inspirado a la vez de la Biblia y la mitología clásica".
Este "verdadero encuentro" entre los mitos de "Star Wars" con los fundadores de la cultura occidental y los de la cultura universal, permite para Martínez mostrar mejor que "una mitología es lo que es compartido, lo que revela las grandes elecciones de la sociedad, que según las épocas y culturas encuentra respuestas diferentes".
La galería evoca entre otras muchas mitologías la egipcia, con la "Estela de la dama Taperet" (hacia el año 1000 a.C) adorando al dios del día Rê-Horakhty y a Atum, dios del atardecer.
Presenta, asimismo, grandes religiones como la budista y la tradición bíblica y mitos como el del paraíso perdido, ilustrado aquí por otra de las joyas de la exposición, un óleo sobre cobre pintado entre 1607 y 1608 por Jan I Brueghel: "La tierra o el Paraíso terrestre".
Esta atípica reunión de cerca de 60 cuadros, esculturas, piezas de orfebrería, cerámicas, máscaras, vídeos o carteles de cine; de diferentes épocas, géneros, materiales y civilizaciones, durará diez meses y no aspira en absoluto a resumir los fondos del museo, sino a educar y maravillar, resaltó su comisaria, Dominique de Font-Réaulx.
Algunas obras proceden de otras instituciones, como el "Cocodrilo original" (186x12x22 cm) de Nueva Guinea, del siglo XX, prestado por el Museo Branly para la primera sala; o la "Venus de Tursac", su minúscula compañera paleolítica, de poco más de 8cm y 25.000 años de edad, procedente del Museo de Arqueología de Saint-Germain-en-Laye.
En ese mismo espacio dedicado a la creación del mundo brilla una segunda Venus: "Aphrodite dite Vénus", desnudo de 96 cm de altura, aunque sin cabeza, brazos, ni piernas a partir de las rodillas; obra romana imperial creada en mármol de Paros hacia el siglo II, hallada en Brindisi (Italia) y hoy propiedad del Louvre.
A su espalda, orienta la introducción mitológica la maqueta titulada "Orfeo viene a civilizar a los Griegos todavía salvajes y enseñarles las artes y la paz", pintada en 1843 para el Parlamento francés por Eugène Delacroix, prestada por el Museo Delacroix, que dirige de Font-Réaulx.
Los ciclos naturales, el paso del tiempo y la magia capaz de vencer los elementos -o de transformar a los hombres en puercos, como hizo Circé con los compañeros de Ulises en "La Odisea"-, inspiran la segunda de las cuatro secciones de la muestra, centrada luego en héroes y figuras míticas de diferentes culturas.
Hércules, descendiente de Júpiter y de una simple mortal; Ícaro, hijo del ingeniero Dédalo que se acercó demasiado al sol y perdió sus alas, cotejan al héroe tailandés Phra Ram (Rama), antes de dar paso a protectores y/o temibles monstruos, gigantes, animales fantásticos, a veces devorándose unos a otros, o en plena metamorfosis.
Presiden las últimas salas la máscara de Darth Vader, un video sobre la célebre saga cinematográfica y el cuadro oro, azul y rosa "Ci-gît l'espace, (RP3)", de Yves Klein, anunciador de "un nuevo mundo", mientras en el centro, visible desde la entrada, luce el rojizo y demoníaco palacio "Le Pandemoinum" (1841), de John Martin.

María Luisa Gaspar - EFE.

De Goya a Rothko, un viaje por el arte moderno y contemporáneo en Roma

Obras de Goya, Ingres, Picasso, Van Gogh, Kandinsky o Rothko componen la selección de joyas pictóricas que la Philips Collection de Washington reunió para ser expuestas en el Palacio de Exposiciones de Roma en un viaje que relaciona el arte moderno y el contemporáneo.
A través de las seis salas de la exposición "Impresionistas y modernos. Las obras maestras de la Phillips Collection de Washington" se hace un recorrido cronológico por las corrientes artísticas fundamentales desde 1800 hasta la posguerra de la Segunda Guerra Mundial, desde el romántico Francisco de Goya hasta la abstracción de Mark Rothko.
La comisaria de la exposición, Susan Behrend Frank, consideró que lo más importante de la muestra (que estará abierta hasta el 14 de febrero próximo), al igual que lo que animó siempre al fundador de la Phillips Collection, Duncan Phillips, es la "idea de que el arte es una relación continua", un hilo conductor entre todas las obras y artistas de diferentes épocas y estilos.
"El pasado habla con el presente, así que si caminas o permaneces de pie en esta galería puedes ver la obra más antigua de la exposición del siglo XVII, de El Greco, y mirar hacia el otro lado y ver en la última sala de esta exposición el trabajo de Adolph Gottlieb, de los años 60", detalló.
Además añadió que "el visitante podrá encontrar estas conexiones él mismo y experimentar el mundo a través de los ojos de diferentes artistas en diferentes momentos".
En la primera de las salas está expuesta una de las obras más conocidas del francés Jean Auguste Dominique Ingres, "La petite baigneuse" de 1826, y otras obras pertenecientes al clasicismo, realismo y romanticismo europeos, pero también el famoso "San Pedro penitente" de El Greco.
Al lado de El Greco, el visitante podrá admirar otro "San Pedro penitente" de Goya, "Le Méditerranéen" del realista Gustave Courbert, una escena de caballos furiosos a orillas del mar de Eugène Delacroix o una de baile español retratada por Édouard Manet, entre otros muchas.
Sin embargo las obras más representativas de la exposición son las pertenecientes a los artistas impresionistas, post-impresionistas y cubistas.
Los cuadros de Paul Cézanne y sus paisajes descompuestos geométricamente, los amplios trazos de Vincent Van Gogh, las bailarinas de Edgar Degas, el brillo del otoño en Claude Monet y las escenas oníricas de Odilon Redon se exponen en diferentes salas que muestran el nuevo uso del color que los impresionistas y postimpresionistas aportaron a la pintura.
También ejemplos de los inicios del juego de formas cubistas.
"Mujer con sombrero verde" de Pablo Picasso es una de las joyas que la Phillips Collection ha llevado a Roma y es además el cartel promocional de la exposición, pero también hay sitio para el Picasso pre-cubista que durante sus días en París pintó "La habitación azul", en la que una mujer se lava entre tonos tristes y azulados.
Junto a Picasso se podrán admirar también obras de Pierre Bonnard, Amedeo Modigliani, Georges Braque o Juan Gris.
Tras estas primeras salas se entra de lleno en el siglo XX, donde las vanguardias abstractas del ruso Vasili Kandinsky se mezclan con las visiones de otros artistas expresionistas como Oskar Kokoschka y Chaïm Soutine junto con los americanos Arthur Dove y Georgia O'Keeffe.
El viaje acaba con las obras abstractas expresionistas de Mark Rothko, Jackson Pollock, Nicolas De Staël, Richard Diebenkorn y Adolph Gottlieb, que aportan la visión más contemporánea del mundo a nuestro alrededor y la ausencia de formas reales para describirlo.
En esta última sala, la tela de grandes proporciones de Gottlieb de tonos rosas y grandes manchas de colores puros, "Equinox", se exhibe, entre otras muchas, con una de las obras sin título de Rothko de tonos anaranjados y formas cuadradas y demuestra la evolución de los artistas y de su manera de retratar la realidad.

Paola Bruni - EFE.

lunes, 12 de octubre de 2015

Pasaje al futuro de Chanel

Aires del futuro en Chanel, que reviste los famosos trajes en tweed con accesorios metalizados en un aeropuerto improvisado, inspiración africana en Valentino y fusión de Oriente y Occidente en Shiatzy Chen fluyeron entre las propuestas para la primavera-verano 2016 que se presentaron en París.
El diseñador Karl Lagerfeld preparó a sus más de 2.500 invitados para un vuelo de altura, al convertir el Grand Palais, el emblemático edificio de finales del siglo XIX con techo de cristal, en un auténtico aeropuerto de las "Chanel Airlines".
Los trajes en tweed de la histórica "maison" se adaptan a los nuevos tiempos en tonos azules, negros y plateados, con estampados geométricos.
Vestidos y faldas se superponen a amplios pantalones en los mismos estampados, reproduciendo las imágenes de aviones y las típicas pantallas de destinos que se encuentran en los aeropuertos.Para esta colección, la firma estrenó un accesorio para el pelo, un doble pasador con forma de lazo en color plateado que crea de forma natural un peinado de dos coletas bajas, un look que todas las modelos llevaron durante el desfile.
Entre los accesorios, metalizados y transparentes, captaron el protagonismo unas sandalias planas con suelas que llevan luces de colores y unas futuristas gafas de sol de aviador con maxi cristal efecto espejo y sin apenas montura.
(Una modelo presenta una creación de la colección prêt-à-porter de Chanel)
Como en un aeropuerto, también hubo lugar para todos los estilos en las propuestas de Chanel, con diseños de aires urbanos en sudaderas y amplios pantalones coloreados a golpes de rosa fucsia, verde o amarillo.
Cara Delevingne no participó como modelo en el desfile, tras haber decidido en agosto dejar la moda, pero fue una de las invitadas especiales de Lagerfeld, que salió con ella a saludar al final del "show" junto al pequeño Hudson Koeringm, su ahijado de cuatro años, con el que ya ha cerrado varias pasarelas.
Valentino revistió de lujo el folclore africano con vestidos con estampados geométricos, motivos tribales y flecos, transparencias y auténticos accesorios salvajes con collares cargados de huesos e incluso peinados de trenzas.
Mayoría de maxivestidos sobre la pasarela con escotes muy marcados en V y espaldas descubiertas, acompañados de sandalias de cuerdas que van atadas al tobillo.
(Una modelo muestra una creación de la colección de prêt-à-porter de Valentino.)
En la exquisita colección de Shiatzy Chen confluyeron las corrientes artísticas occidentales con los más antiguos mitos orientales en siluetas retro con estampados bordados.
La diseñadora, fiel a un estilo híbrido por el que se hizo famosa, creó en esta ocasión vestidos ajustados en la cintura, pantalones anchos y faldas románticas en blanco, amarillo, verde, naranja, rosa o turquesa.
Shiatzy Chen colaboró además con el ilustrador taiwanés Inca Pan, que dibujó a mano sobre las telas flores, frutas, montañas, pájaros y mariposas, en un homenaje a la naturaleza.
Los tejidos integran bordados y distintos tipos de sedas que se superponen jugando con las transparencias, los vuelos y las formas de las sofisticadas prendas.
Agnès B., diseñadora icono de los años setenta y ochenta en Francia, presentó también su nueva colección aunque alejándose de las tendencias de sus colegas, con largos vestidos vaporosos en seda, minivestidos con ilustraciones de jardines y looks de día donde los colores se mezclan en vaqueros rectos, jerséis y gabardinas.
La muestra comenzó con la proyección de un documental con la historia de la marca, que nació en 1975 cuando esta antigua redactora de moda de la edición francesa de Elle se decidió a crear la ropa "que a la gente le gustaría llevar".
La diseñadora tiró igualmente de referencias culturales de su década estrella para homenajear un "look" icónico como la imagen de la joven Jodie Foster en la película "Taxi Driver", dirigida por Martin Scorsese, con shorts rojos, blusa rosa y una enorme pamela blanca.

María D. Valderrama - EFE

lunes, 5 de octubre de 2015

Los vestidos, reyes del verano en la pasarela de París

La oda al verano en el desfile de Stella McCartney hizo vibrar la pasarela con prendas cargadas de color, alegría y movimiento, junto a los aires hippies en las colecciones de Giambattista Valli y Véronique Branquinho y la sofisticación de la mano de Hermès, que marcó las tendencias en los accesorios.
Explosión de energía y movimiento en los diseños de Stella McCartney, que presentó una colección a todo color en el Palacio de Garnier, en la Ópera de París.
McCartney propuso vestidos y faldas muy fluidas por debajo de la rodilla con plisados especialmente marcados y con cortes asimétricos que dejan entrever una de las piernas.
Asimetría igualmente en tops, con los mismos motivos gráficos en plisados, combinados con faldas fluidas estampadas en cuadros.
Naranja, amarillo, rosa y verde entre los colores cítricos que se llevarán la próxima temporada primavera-verano, según la diseñadora británica.
La chaqueta se llevó gran parte del protagonismo, con modelos que se alargan hasta la rodilla o algo más cortos dejando ver el centro de la espalda, en tonos clásicos como el camel o el blanco y negro.
Vestidos y pantalones se combinan parar lograr un "look chic", pero cómodo y de apariencia masculina, una mezcla que se ha convertido en seña de identidad en la firma de la hija del cantante Paul McCartney, muy apreciada por celebrities y blogueras, como la gallega Gala González o la italiana Eleonora Carisi, allí presentes.
Minifaldas trapecio bordadas y chaquetas brocadas lucieron en la colección de Giambattista Valli, que volvió a los sesenta con estampados florales y geométricos.
Los vestidos se mantienen cortos, con vuelo y mangas anchas durante el día, pero las formas se alargan para la noche en arriesgados diseños que esculpen la silueta femenina en tejidos sofisticados que adaptan al día a día la exigencia de la Alta Costura.
La inocencia conquistó la pasarela de Véronique Branquinho con un espíritu bohemio y romántico donde predominaron los maxivestidos cargados de pequeñas flores sobre fondo negro o blanco, y chalecos con flecos que acompañan el largo del vestido hasta los pies para resaltar el "look" hippy.
Branquinho apostó también por el plisado en largos vestidos fluidos con la espalda al aire, en un arco iris de tonos pastel con beige, rosa y azul.
Las prendas más tradicionales perdieron su clasicismo en un complicado diseño de telas transparentes donde unos pantalones de traje, blancos por delante, muestran unas bermudas cortas por detrás, un proceso utilizado también en chaquetas y camisas.
Líneas clásicas en Hermès con especial atención a los accesorios: zapatos de tacón alto y fino que se atan en el tobillo o deportivas de alta gama en vibrante naranja o blancas con detalles en piel marrón.
Mientras, los bolsos de cuero marrón para cargar durante toda la jornada y cinturones lisos marcan los vestidos en torno a la cintura.
Los vestidos se llevan largos, por encima de los tobillos, en diseños con mucha caída en blanco, que fue el rey de la pasarela, aunque también hubo golpes de negro, azul añil, mostaza y, especialmente, naranja.
Elegantes diseños en modelos monocolor con algún discreto estampado de cuadros en pantalones anchos que bajan unos centímetros de la rodilla combinados con sencillos "tops" negros.
Entre los invitados, la cantante Janet Jackson ocupó la primera fila vistiendo completamente de negro y con enormes gafas de sol, aunque eso no impidió que se convirtiera en el centro de todas las miradas.
Roger Vivier presentó también su colección de zapatos y bolsos para la primavera-verano 2016, con diseños donde predominó el color plata y el negro, en las líneas más festivas de la firma, mientras que las flores y diseños hippies se llevan de día con zapatos de tacón ancho en piel y ante.
La pedrería y los detalles 3D ponen el toque de exclusividad en una colección que combina a partes iguales tendencia y funcionalidad.

María D. Valderrama - EFE